lunes, 19 de mayo de 2008

En cuarentena II

Tercer día con dos entradas:

Le doy unas vacaciones indefinidas (con una indefinición de unos dos meses) al blog.

No porque esté cansado de él (me lo paso genial escribiendo), sino porque me hace dedicarle un tiempo que podría emplear en otras historias al margen. Sucede que estas historias me suponen más esfuerzo, y casi siempre opto por la vía fácil de escribir algo para mi pequeño espacio en la web.

Quería dejarlo aquí, bien “escribido” para que si algún día, antes de haber cumplido mis objetivos, decido publicar algo en el blog, me lo piense dos veces antes de hacerlo.


Gracias a todos los que lo seguís. Personalmente, os conozco a casi todos, por lo que si no nos conocemos, me haría ilusión que dejaseis un comentario, aunque sólo sea una vez y para decir “hola”.

A los demás, a los que os conozco personalmente y sé que os pasáis por aquí, os mandaré un correíllo, para avisaros cuando vuelva a publicar cosas. (a los desconocidos: un día de esta semana dejaré una cuenta de correo, en la zona de perfil, por si también estáis interesados en que os avise, que me lo digáis)

Give’em hell! ;)

La Princesa Samantha y Ursinio, el Unicornio de cuerno rosado

Hace mucho, mucho tiempo, en un lejano país vivía un rey bueno y justo. Su tierra era próspera y el pueblo lo amaba. La palabra plusvalía no estaba inventada, por lo que las gentes no se preocupaban de si alguien se la arrebataba; y ¿qué más daba si eran felices?

El rey tenía tres hijas, cada una cinco años mayor que la siguiente. La pequeña, Samantha, era la más bella de todas y tenía catorce años. Los juglares componían canciones, inspirados por su angélico rostro, y morían de amor en el bosque –en realidad se los comía un oso, porque iban despistados-; y los apuestos caballeros que llegaban de reinos allende las montañas montados en sus corceles blanco nuclear soñaban con cazar un león en el bosque para ofrecérselo a Samantha –pero morían devorados por el oso, que nada más que quería dormir y se veía importunado por una procesión de locos con cítaras o cubiertos de hierro.

Próximo estaba su cumpleaños. Cumpliría quince; sus hermanas, le habían contado lo que sucedía al llegar a esa edad: las puertas del castillo se abrían para dejar paso a los cazadores de unicornios. Vestían de negro y tenían un fuerte olor que las princesitas, tan ajenas a los animales de granja, identificaron como de cerdo. “Queremos lo acordado” le decían al rey, que bajando la mirada, tomaba de la mano a su hija cumpleañera y se la entregaba a los cazadores como cebo para atrapar un unicornio.

La noche antes de su cumpleaños, se fugó del castillo. Descendió desde las almenas por una escalerilla de cuerda, y, por primera vez, visitó el pueblo sin verse rodeada de guardias. Para ser noche cerrada, había mucha gente despierta: gentes sucias y pobres que parecían no saber que vivían al amparo de un rey bueno y justo.

Una mujer con la cara pintada se acercó a ella.

-¿Te has perdido, niña?

-No…me he escapado pero no sé a dónde ir. Sólo quería salvar al unicornio.

-¿Al unicornio? –Sonrió, con pena, mientras le revolvía el pelo-. Al unicornio, niña, sólo hay una manera de salvarlo –la tomó de la mano-, ven, te diré qué vamos a hacer.

Y así fue cómo Samantha salvó a Ursinio, el Unicornio de cuerno rosado.

viernes, 16 de mayo de 2008

For the king, for the land, for the mountain, for the green valley...

Powermetaleros, alegres hijos de Odín, he aquí lo que la imaginación y Rhapsody pueden hacer juntos (si es que de por sí Rhapsody no es ya un grupo bastante fantástico...fantasioso más bien. Me encantaría ver la cara que pone esta gente cuando escribe sus canciones; especialmente las caras de los de Manowar. Hay quien dicen que tienen una inmutable cara de tronco, pero yo creo que dan botes de alegría y se golpean el pecho cuando las escriben). A disfrutar y reirse mucho, que para eso están.




Do you waaaant more? Here it is!!

martes, 13 de mayo de 2008

Palabras bonitas 3

¡Más aaaaalto! ¡No os oigooo! ¿Queréis más? ¿Más? ¡Ouuuuuuqeui! ¡Más!

Venga, más palabras bonitas, para el nene y para la nena. Si luego fracasáis en vuestra vida de pareja no será porque no os haya dado buenos consejos.

Nos ponemos en situación… ¿qué os parece si cambiamos el habitual ñiki, ñiki por una tarde en el campo…

-¡Uuuuuuh! ¡Queremos ñiki, ñiki! ¡Ñikiñikiñikiñiki!

Está bien, cerdetes, que no se os puede sacar de casa sin que penséis en lo mismo. Las palabras bonitas de hoy son:

Decapante (RAE): Dicho de un producto: Que se usa para decapar

Decapar (RAE): Quitar por métodos fisicoquímicos la capa de óxido, pintura, etc., que cubre cualquier objeto metálico.

Utilización: Mira, llenas una jeringuilla de decapante y la chiringas sobre el coche de tu jefa. Ya verás qué risas.

En mi opinión, esta palabra siempre hay que usarla seguida de rampante; no tienen nada que ver, pero suenan parecido, suenan bien y tienen un toque de elegancia difícil de alcanzar.

Rampante (RAE): Se dice del león o de otro animal cuando está en el campo del escudo de armas con la mano abierta y las garras tendidas en ademán de agarrar o asir.

Utilización: Las Autoridades Sanitarias recuerdan la obligatoriedad de identificar a los leones rampantes con microchip.


Perfecto. Podemos dejar la palabra-frase, tal que así: Decapante, el león rampante. ¿Qué más da que no tenga sentido si es sublime? Aconsejo hacer un movimiento a lo Bio Man, o, en su defecto Power Ranger (yo era más de Bio Man) y soltar la frase:

DECAPANTE, EL LEÓN RAMPANTE

Si da la casualidad de que estáis en pleno fornicio, y tenéis un orgasmo conjunto al decir la frase, sería insuperable y os tendría que dar un diploma. Si lo conseguís, por favor, avisadme (después podéis probar a repetirlo, grabarlo, y enviármelo, que me hará mucha gracia)

domingo, 11 de mayo de 2008

Hasta vomitar (Superación II)

Era tarde, sobre las dos. Disimuladamente trataba de mirar la hora en el reloj, pero las mangas largas me lo ponían difícil. De mi cerveza no quedaba más que su propia espuma retorcida en formas que a mi cada vez más volátil imaginación le recordaba un mapamundi cervezodimensional.

Para ser casi fin de semana había poca gente: algún grupillo que blibliblí, blablablá, gesticulaba y ponía caras; y una o dos parejas ramoneando cacahuetes o lo que fuese que les hubiese puesto el camarero. A nosotros, al menos, nos había puesto cacahuetes, igual que a los monos a los que no se les puede dar de comer. Se me había acabado el tema de conversación minutos atrás, poco después de la tercera cerveza, y ahora, con el automático encendido, me limitaba a asentir y sonreír cuando creía que me estaba diciendo algo gracioso, o a poner cara de indignación cuando por su cara deducía que contaba algo lo suficientemente indignante como para que se me estremecieran las orejas.

Por suerte lo que decía era interesante y no paraba de hablar. Lo hacía todo más sencillo, y era una forma llevadera de esperar a que se relajase mi erección. La tenía bastante dura, y me daba la impresión de que sus pezones también lo estaban, pero claro, una cosa era levantarse polla en ristre y otra, sus pezones duros, que, aunque parecían a punto de salir volando al espacio exterior, eran fáciles de disimular. No se lo dije, pero interiormente agradecí que siguiese parloteando como si tal cosa.

Entre la música de fondo, el mapamundi cervezodimensional y sus abundantes –no en cantidad, sino en volumen- tetas, perdí el hilo. Desde ese momento mi mente transformaba todo lo que llegaba a ella en un repetitivo “quiero follar, quiero follar”. Así que decidí poner las cosas sobre la mesa. Tomé aire, miré hacia la barra, luego a ella, aparté el vaso, y lo solté:

-Quiero follar.

-Pensaba que no lo ibas a decir nunca.

Y sonrió. Recogió sus cosas, y yo las mías; y cuando estábamos cerca de la barra para pagar, me susurró que quería follarme hasta vomitar. Ni ella ni yo pudimos evitar reír, ni me pene pudo evitar recordarme que necesitaba gritar o escupir. Traté de calmarme de cintura para abajo mientras me seguía riendo “jejeje”, “jeje” “je”.

Salimos a la calle y de camino a casa, el aire fresco de la noche me despejó, permitiéndome seguir un poco más la conversación que ya había abandonado el tema sexual, para tratar sobre si es más bonito volar en globo sobre China o sobre Brasil, sobre Japón o el Caribe. “Quiero follar” La idea de follar hasta vomitar en una cesta de globo no salía de mi mente.

-¿Te has enterado del cura brasileño que agarró unos globos y salió volando?

Entre unas cosas –agarrarme la polla por encima del pantalón- y otras –“la tienes superdura, ¿eh?- iba contentísimo y despreocupado de mi erección. La gente que pasaba nos miraba…mi miraba el paquete, pero bueno, esas cosas pasan, y después de las primeras miradas me dio igual.

Llegamos a mi casa, y con esa caballerosidad que caracteriza a todo hombre, la dejé pasar para mirarle el culo. Debió de notarlo porque se volvió con una sonrisa. Pensaba que iba a saltar sobre mí o mi nardo obligándome a follarla allí mismo, pero no, buscó el dormitorio, y mientras yo cerraba la puerta, rebuscó entre los discos, puso algo de metal, y dejó todo claro:

-Fóllame como un jevi.

No pude evitarlo, me la follé. No sé si cómo un jevi y, ni siquiera sé si fui yo quien se le folló a ella o ella a mí, pero sí que fue un no parar de meter y sacar, meter, meter y sacar, meter, meter, meter y sacar, que nunca olvidaré. Hice míos sus orificios, como ella hizo suya mi polla. La lamía lentamente, la besaba y se la comía con ganas, de arriba abajo, recreándose con mis huevos en su boca, y de abajo arriba, como si agarrase un micrófono y estuviese a punto de cantar el Salve Regina. Un master decía que estudiaba…un master de comer pollas, creo yo…y no sé porqué, porque ya lo hacía a la perfección. Le daría una cátedra y una universidad entera.


Me tumbé sobre la cama para que ella no tuviese que seguir arrodillada, aunque reconozco que esa sensación peliculera me encantaba. Y mientras nos desnudábamos el uno al otro descubrí con delicia que una camiseta de los Manowar cubría lo que me parecían unas cada vez más grandes tetas, como globos aerostáticos sobre China o cualquier remoto lugar.

-Qué bien te cuidas –le dije justo antes de llenarle de babas sus tetas.

Y tranquilo estaba, slurp, slurp, cuando me empujó al colchón, y se calzó mi pene para catapultarme al infinito y más allá, con sus eróticos contonéos y el rítmico bamboleo de sus senos coronados por lo que –efectos de la cerveza- me parecieron apetitosas sirenas de policía, rojo teta, azul teta. A partir de ese momento ya no supe si los gemidos eran suyos o míos, ni si el ruido que oía venía de nuestra cama, o si era que toda la comunidad estaba follando. Y me dio igual, porque lo que estaba clarísimo, era que nosotros sí. Hasta vomitar blanco, hasta desparramarme.

La saqué; y, acercándome a su cara, le pinté un bonito bigote de espermatozoides en su salsa, algo que le hizo mucha gracia y a mí volvió a poner salidísimo. Se ve que a ella también porque la volvió a agarrar y chupar hasta que mi falo se encogió en su boca.

-Mmm.

-Si, mmm.

Volvimos a recostarnos sobre la cama, mareados y extasiados por el sexo. De ser fumadores, sería el momento perfecto para encender el cigarro. Pero no iba a empezar a fumar después de ese polvo, y ella ya había tenido suficiente habano por ese día.

Se levantó y empezó a vestirse.

-¿No te quedas?

-Sólo fue un polvo, no te hagas ilusiones

Reí y le dije que vale, que perfecto, y la acompañé hasta la puerta, donde tras vacilar, me dio un pequeño mordisco en el cuello, manchándome con el bigote seminal que aún lucía orgullosa.

-Ciao.

-Ciao.

En el fondo sabía que sus padres le habían prohibido llegar a casa más tarde de las cinco y sin bragas.

Creo que le cayó una buena bronca.

(Texto inspirado por Superación de "Martir de mis deseos")

viernes, 9 de mayo de 2008

Palabras bonitas 2: (condensador de) Fluzo

No podemos quedarnos sólo con una palabra, claro está. La situación puede repetirse, pueden exigirnos “algo bonito” en cualquier momento, cuando menos te lo esperas y es preciso tener un amplio repertorio para nunca, nunca quedarnos sin palabras; por lo que damos paso a la siguiente palabra bonita: (condensador de) fluzo.

Fluzo, me encanta. Sugiere…diría que poesía, pero sería repetirse…fluzo sugiere armonía, sintonía con el universo, alcanzar el karma y darle un beso.

Tan bonita es la palabra, que la RAE no se ha atrevido a definirla.

En cambio yo, metalsaurio, me veo obligado a tratar de aclarar su significado: el fluzo es un líquido, de lo contrario no podría condensarse y el condensador de fluzo sería inútil. Debe de ser un líquido común, aunque no muy conocido, ya que a Emmett Brown (Doc) le resultaba más fácil de encontrar que el plutonio. También es necesario saber que es un líquido inestable y el condensador no es de fiar ya que te puede dejar tirado en cualquier instante.

Peeeeeero, vamos a lo importante, cuando llegue el momento, hay que ser rápido y no perderse en divagaciones sobre si estable o no…en ese instante, cuando te lanzan la pregunta, no puede haber dudas:

ñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñiki

-Dime algo bonito

-Fluzo

-Siiiiiiiiiiii


ñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñiki

jueves, 8 de mayo de 2008

Palabras bonitas: Napalm

La siguiente sección (a lo largo de los próximos días la continuaré) va para todos aquellos que algún momento de su vida en pareja se han visto o se verán sorprendidos por la petición de “dime algo bonito” y nada acudió a su mente. Como Metalsaurio bondadoso que soy, ofrezco la solución: palabras bonitas, para esos momentos tan especiales (con voz de anuncio)

La palabra bonita de hoy es, tachán, tachán: NAPALM

NAPALM (diccionario de la RAE): Sustancia inflamable, a base de gasolina en estado de gel, usada en lanzallamas y en bombas incendiarias.

Si prescindimos de su significado, ya que, no olvidemos que buscamos una palabra bonita, no un significado bonito, estamos ante una palabra de lo más sonora y rimbombante, que, nutrida de dos consonantes nasales, está llena de cercanía y amor. Es…es poesía…NAPALM…

En el cine, tiene su momento de máximo esplendor en Apocalypse Now: “Qué delicia oler napalm por la mañana”



Pero volvamos a la vida real, y recreemos una hipotética situación, para que no os coja desprevenidos y sepáis reaccionar:

ñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñiki

-Dime algo bonito

-Napalm

-Siiiiiiiiiiii


ñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñikiñiki