-…
-Si de mí dependiera, rebobinaría, como poco hasta esta mañana, y volvería con algunas flores; mas no puedo volver atrás en el tiempo, y aunque volviese, tampoco dependería de mí.
-…
-Sí.
-…
-Las más feas.
Y rió, convirtiéndose en el eco triste de la voz de Sally, que reía mimosa al otro lado de la línea telefónica. Medio día hacía ya desde que se habían separado y apenas unos minutos –el tiempo que se tarda en pinchar en el tocadiscos a Sinatra y en descubrir que un pequeño papel entre el revoltijo de su escritorio decía “Phone me” junto a un número y cinco mayúsculas- habían transcurrido desde que Mike llegara a su pequeño piso, tatareando alguna canción perdida de la que ni siquiera recordaba el nombre. Tampoco quería recordar el nombre de quien ahora lo llamaba, pero era incapaz de olvidarlo, como tampoco podría dejar de pensar en elefantes rosas si alguien le dijera que lo hiciese.
Sin soltar el teléfono, por el silencio de la calle, roto por alguna que otra voz, dedujo que debían de ser más de las doce. Temprano, para su rutina. Lógico, teniendo en cuenta que esa noche, al salir, no se había allegado al bar habitual, y fue a dar a uno en el que no se sintió cómodo y al poco –dos cervezas-, abandonó.
-…
-Sí, claro. No son horas de salir.
-…
-No.
-…
-Que no.
Sinatra cantaba “My way” cuando colgó el teléfono. Libre en su pequeña jaula, se quitó de encima la gabardina, y luego, la pistola. Su identificación como detective hacía tiempo que la había perdido, pero nunca había tenido que mostrarla por lo que no le preocupaba. Se preparó un café; y por primera vez en años, mientras lo tomaba, tuvo tiempo para leer más de una línea del libro que descansaba boquiabierto en el escritorio.
Entre sueños y pesadillas, creyó distinguir el golpear de unos nudillos contra su puerta, y entre sueños y pesadillas, creyó abrirla.
Segundo capítulo de Mike Nogames y primera historieta acatando las normas de El Cuentacuentos (tomar como primera línea de la historia una que alguien sugiere, en este caso Hécate. Va en cursiva la línea sugerida por Hécate)
-Si de mí dependiera, rebobinaría, como poco hasta esta mañana, y volvería con algunas flores; mas no puedo volver atrás en el tiempo, y aunque volviese, tampoco dependería de mí.
-…
-Sí.
-…
-Las más feas.
Y rió, convirtiéndose en el eco triste de la voz de Sally, que reía mimosa al otro lado de la línea telefónica. Medio día hacía ya desde que se habían separado y apenas unos minutos –el tiempo que se tarda en pinchar en el tocadiscos a Sinatra y en descubrir que un pequeño papel entre el revoltijo de su escritorio decía “Phone me” junto a un número y cinco mayúsculas- habían transcurrido desde que Mike llegara a su pequeño piso, tatareando alguna canción perdida de la que ni siquiera recordaba el nombre. Tampoco quería recordar el nombre de quien ahora lo llamaba, pero era incapaz de olvidarlo, como tampoco podría dejar de pensar en elefantes rosas si alguien le dijera que lo hiciese.
Sin soltar el teléfono, por el silencio de la calle, roto por alguna que otra voz, dedujo que debían de ser más de las doce. Temprano, para su rutina. Lógico, teniendo en cuenta que esa noche, al salir, no se había allegado al bar habitual, y fue a dar a uno en el que no se sintió cómodo y al poco –dos cervezas-, abandonó.
-…
-Sí, claro. No son horas de salir.
-…
-No.
-…
-Que no.
Sinatra cantaba “My way” cuando colgó el teléfono. Libre en su pequeña jaula, se quitó de encima la gabardina, y luego, la pistola. Su identificación como detective hacía tiempo que la había perdido, pero nunca había tenido que mostrarla por lo que no le preocupaba. Se preparó un café; y por primera vez en años, mientras lo tomaba, tuvo tiempo para leer más de una línea del libro que descansaba boquiabierto en el escritorio.
Entre sueños y pesadillas, creyó distinguir el golpear de unos nudillos contra su puerta, y entre sueños y pesadillas, creyó abrirla.
Segundo capítulo de Mike Nogames y primera historieta acatando las normas de El Cuentacuentos (tomar como primera línea de la historia una que alguien sugiere, en este caso Hécate. Va en cursiva la línea sugerida por Hécate)