jueves, 11 de septiembre de 2008

Jabo el Jevo V

Oscura y poco transitada a esa hora, la calle que conducía a Daniela de vuelta a casa no era ni la mitad de oscura que los pensamientos que se condesaban en la mente de la pobre chica. Algún coche, alguna moto y una farola cada veinte pasos exactos fueron su compañía –siempre con el rumor del mar unas calles más abajo- hasta su casa.

¿Estaría muerto?

Era probable: sólo en las películas la gente aguanta varios tiros sin morir desangrada. El que sin duda seguía vivo era su padre, a salvo en el calor de las putas del Golden. Justo al revés de lo que había planeado.

Tardó en llegar a la apartada y pequeña plaza de piedra y asfalto en la que alzaba su edificio, a cuyos pies todo parecía en orden. De estar vivo y tener un rostro, se podría decir del árbol que presidía la placita, estaba apesadumbrado, más turbio de lo normal; los drogadictos, bajo sus cartones, ya dormían…y la moto de Jabo el Jevo dormía junto a ellos.

¿Estaría vivo?

En el portal, el ascensor apestaba alcohol por lo que decidió subir los ocho pisos a pie. Desde que habían instalado el ascensor no había vuelto a subir por ellas -en realidad, salvo Jabo cuando subía dando tumbos, nadie las usaba- por lo que ahora, todavía con mucha noche por delante y muchos problemas que afrontar, trató de ralentizar lo más posible una subida, que casi sin darse cuenta, acabó en el noveno piso, el pequeño ático del jevo. Timbró.

Un ladrido eléctrico estalló en el silencio de la casa y provocó un golpe seco y pesado en el interior del ático. Otro trimbrazo más. Esta vez contínuo.

-¡Eheheeeeeeeeeeh! –refunfuñó la casa.

-¡Abre, abre!

-¡Mieeeeeerda yaaa! ¿Qué horas son estas de llamar?

La puerta se abrió dejando a la vista una dolorida silueta, que recién arrancada de los brazos de Morfeo para enfrentarse a la amarillenta luz de las escaleras y a una vecina que parecía divertirse despertándolo a cualquier hora con cualquier pretexto, no entendía nada.

-¿Qué pasa ahora?

Daniela se echó a llorar y lo abrazó sin dejar a Jabo más opción que ser abrazado y acogerla en su pecho tatuado con la calavera de los Running Wild. Jabo cerró la puerta aún con la colegiala –aún cuando cerraba fuerte los ojos y la podía imaginar desnuda, seguía viéndola como a una colegiala, eso sí, desnuda- en sus brazos mientras notaba cómo la mano de Daniela se aferraba a la suya y tiraba de él hacia el dormitorio. “¿Todo bien?” era la pregunta que repiqueteaba en su cabeza al tiempo que su pene se dilataba y le mandaba callar.

La respuesta llegó unas lágrimas y unos hipos más tarde.

-Pensaba que estabas muerto…

-¿Muerto? Estaba dormido…es lo que hace la gente la normal a estas horas, ¿sabes?

-Ya, bueno; me refería a que… –se sorbió los mocos y limpió las lágrimas con la manga de la sudadera-…a que cualquier día vas a tener un accidente en moto…no sé, una pesadilla, supongo –y sonrió, tímidamente por una vez y guapísima como estaba, despeinada con el pelo caído por la cara, casi ocultando sus ojos-.

Bajó la vista. Jabo también.

-Oye, ¿te apetece…? ¿te apetece follar?

-Claro.

4 comentarios:

Rebeca Gonzalo dijo...

Me encanta la facilidad con la que recreas el ambiente en que se desenvuelven los personajes. ¿Te has planteado publicarlo? Creo que tendrías las ventas aseguradas.

Metalsaurio dijo...

hala, hala! :) (¿quién sobrevalora a quién? jaja)

La verdad es que no se me había ocurrido; a ver cómo queda el final.

Me alegro de que te guste :)

NityaYang dijo...

Me ha recordado al final de Eyes wide shut, por la frase final y por la incertidumbre. ¿Qué más puede hacerte sentir vivo que follar? Buena forma de resucitarle ;)
Me ha gustado, te seguiré.
Besos

Metalsaurio dijo...

Hace tiempo que tengo muchas ganas de ver Eyes Wide Shut; cuando la vea, a ver si me recuerda a Jabo el Jevo, jeje!

En algún momento tendrían que echar un polvete Daniela y Jabo, y ¿qué mejor momento que cuando supo que no lo habían matado? :)

Y bueno, gracias por pasarte por aquí!

Besos.