martes, 5 de abril de 2011

Se abre el telón

Los únicos pasos que se escuchan en el patio de butacas son los de Anastasia III camino de su asiento reservado a pie del escenario. El resto de los asistentes al teatro, tan concentrados están observando a la Romanov y a su pareja que pisan sin hacer ruido y parecen levitar.

Los únicos pasos que se escuchan en el escenario, todavía oscuro, son los de Mille Miracolo. Camina hacia el centro del entablado y cuando los focos iluminan su figura, la descubren a media reverencia y con la chistera en la mano, dirigiendo, como los demás, su mirada hacia la zarina exiliada y a su acompañante.

Mille Miracolo, ilustre cartomago de Pisa y personaje de moda en París, dueño todavía de su verborrea, baraja el mazo de naipes y lanza al público tantos como voluntarios necesita: dos. Les pide subir al escenario y mostrar sus cartas: Anastasia tiene la reina de corazones, su acompañante, el rey.

Mille las vuelve a introducir en el mazo y baraja de nuevo. Las mueve de aquí para allá mientras la única luz del teatro, un foco, los apunta. Después de varias piruetas con las cartas, las dispone en un abanico y se lo ofrece a Anastasia para que tome tres: una para ella, otra para él, otra para el mago.

La de ella resulta ser de nuevo la reina de corazones, la de él, un comodín. Antes de descubrir su carta, Mille sopla al bufón y lo vuelve paloma que, asustada, huye. En cuanto vuela el animalillo, pide a la zarina que muestre al público la que va a convertirse en su carta. Le da la vuelta y la enseña: un rey de corazones. 

2 comentarios:

Pugliesino dijo...

Se abre el telón y mientras Mille hace trucos con los náipes, tú relato es una delicia de magia

Ea! :)

Metalsaurio dijo...

Me gustaba más cuando lo escribí. Gracias :)