Quizá los restos del apóstol Santiago descansen en un lugar más o menos alejado de la capital gallega o quizá realmente reposen en el sarcófago de la catedral, pero lo que es indudable es que un paseo por sus calles empedradas, por su Alameda o por la zona nueva, la presencia de la Catedral de Santiago se siente de la misma forma que se siente la especial tranquilidad que transmite su conjunto.
Supongo que parte de la espiritualidad de la ciudad imbuye a sus gentes y cada cual la canaliza a su manera. Algunos, leyendo y recomendando a
Jorge Bucay. De ahí que a las 3 personas que les he oído hablar de este autor argentino sean santiaguesas.
Desapegarse quiere decir aprender a vivir y disfrutar, aceptando la posibilidad de no tener con nosotros las cosas que amamos.
Desapego es la capacidad para soltar lo que amo, especialmente sin dejar de amarlo.
Desapego es aprender a dejar ir, sin odios.
Desapego es comprender que, tarde o temprano, “lo otro” nos dejará o habremos de dejarlo (por lo menos del modo en que lo conocimos hasta ese momento).
Cuando consigo esto, sucede algo maravilloso.
Porque entonces…puedo tener, puedo desear, puedo poseer cosas y armar vínculos sin volverme dependiente de ninguna de estas cosas.
…Si comprendemos esto, la perspectiva de perder cualquiera de esos lugares o vínculos no resultará tan nefasta, la fantasía del final será de por sí dolorosa pero no apocalíptica, no sentiremos ese temor paralizante, no intentaremos vivir previniendo el futuro y sobre todo no viviremos aferrados a cosas que ya hemos perdido por creer que no podríamos vivir sin ellas.
Y lo mejor no es eso. Lo mejor es que nuestra capacidad de disfrutarlos auténticamente mientras están cerca se multiplicará.