jueves, 1 de septiembre de 2011

En vela

-¿Duermes?

-No.

-¿Qué pasa?

Suspiré y dije “nada”. Ella suspiró y me hizo hablar. Y le conté. Le hablé del pequeño libro que había comprado esa mañana y de las horas que me había ocupado leerlo. Le hablé del pequeño y olvidado Anthony Lovecraft. Sólo el librero parecía saber de la existencia del hermano del famoso H.P., y a la pregunta de “¿Tiene algo de Lovecraft?” guardó silencio, se volvió hacia un estante, y sólo cuando colocó sobre la mesa un librito, abrió la boca para decir:

-¿Qué tal algo de Anthony?

Me explicó que su padre, Scott, no había enloquecido porque sí. Y que Howard Phillips apenas vislumbraba las dimensiones que su hermano, con esfuerzo, cerraba tras de sí con palabras firmes como candados. Y esas palabras y mundos estaban encerrados en ese libro. ¿Quién sabe si Anthony también? ¿Quién sabe si salta de mundo en mundo, de sueño en sueño?


2 comentarios:

Rebeca Gonzalo dijo...

Entrada interesante. Antes de iniciar mis vacaciones comencé un libro de H.P Lovecraft y debido a que es de pasta dura y de tamaño considerable no me lo traje. Mañana regreso a mi ciudad y estoy deseando retomarlo.

P.D.: no conocía la existencia de Anthony Lovecraft... Me has metido el gusanillo je, je.

Metalsaurio dijo...

De H.P. Lovecraft sólo he leído una pequeña recopilación de relatos que venía, pagando un euro, junto a un periódico, pero ese poco que leí me pareció bastante bueno. Ya contarás qué tal el que estás leyendo.

En cuanto a Anthony...casi mejor no encontrárselo :D