jueves, 9 de febrero de 2012

Monstruos

Incapaz de avanzar con una historia por delante y el rastro de otra por detrás, el cursor de Word parpadea, empecinado como un burro y pidiendo a gritos un paréntesis para tumbarse sobre él. Tanto se aferra a su inmovilismo que me doy por vencido, apago el ordenador y me acuesto.

En la oscuridad, recuerdo a los grandes. Doy vueltas y más vueltas pensando en cómo ganaban su batalla contra la pluma, el bolígrafo o la máquina de escribir…en los negros de Dumas, en el vino de Hemingway y en…ay, Tolkien, ¿con qué cargarías tu pipa?

Y sigo dando vueltas. Pero con cuidado, porque con el sueño y mis giros, en cualquier momento despertaré al monstruo de debajo de la cama y a los demás, a esos que durante el día se esconden y al abrigo de las sombras pululan a mi alrededor y confabulan para que nada ni nadie hable de ellos.