...bueno, bueno, bueno...los usuarios de blogger ya habréis visto el cambio total que han hecho en la "parte de atrás" de vuestros blogs...para los que no sois usuarios...os puedo asegurar que ahora es más fácil quedarse boquiabierto con el pifostio que han montado, que publicar una entrada. En fin, ahí va el relato:
Las contemplaba anonadado, como
siempre lo había hecho, deslumbrado por esa inaccesibilidad frágil capaz de
volar en el mismo instante de extender un billete sobre la barra, señalar y
decir “esa”.
Al otro lado, el dueño del
local se movía con parsimonia, tal vez para mantener la compostura de su
poblado bigote y no manchar más de la cuenta su mandil-uniforme. Era regordete,
y caminaba algo encorvado, lo justo como para que cada vez que, buscando,
levantaba la nariz diese la impresión de estar a punto de predicar.
-Tengo justo lo que buscas –le
dijo, chasqueando los dedos, al contemplativo y ya medio borracho cliente. Se
volvió hacia la estantería, al mar de colores y formas de las botellas de
licores varios, y casi trepando por ellas se hizo con una y la colocó frente al
cliente – Esta es.
Era una botella vieja, baja y
culona, de boca ancha y cristal burdo. Perfecta para meter una carabela en su
interior.
Sin darle tiempo a responder y
llamándolo a la calma con las manos, la cogió de nuevo, la levantó y la miró al
trasluz: Sí, ya sé que parece vacía.
-Es que está vacía…
-Tampoco necesitas beber más.
Estás sentado con una copa y mirando botellas: parece que más que líquido
necesitas ayuda.
Suspiró el cliente. Dio un
trago, resignado a escuchar y preguntó lo inevitable: ¿y esa botella vacía me
va a ayudar?
-¿Que si te va a ayudar? –meneó
el bigote con desaprobación- Chico, esta botella tiene su historia. Flotó
durante meses, desde Isla Dugän a la lejana ciudad de Nemelia para llevar el
mensaje de auxilio del náufrago Francisco de Ventura.
-¿El pirata?
-Pirata, superviviente…poco más
da. En cualquier caso, hablamos del mismo. Ese que, hundido su barco, llegó a
nadando Dugän con una botella de ron en la mano. El que con un palito y sangre
de sabediosqué, escribió su ubicación en la etiqueta de la botella y la echó al
mar. Tuvo la buena suerte de que unos pescadores dieran con ella. Tuvo la mala
suerte de que informaran la
Marina, ya que enviaron a unos cuantos arcabuceros para
llevarlo de vuelta Nemelia, encerrarlo en un calabozo y sin más juicio que una
entrevista con el Gobernador, colgarlo.
Pese a conocer la historia del
pirata, que el camarero le sugiriese su propia muerte por ahorcamiento no le
sedujo. Y escupió la bebida.
-Vaya… ¡qué agradable!
El camarero se encogió de
hombros y con una amplia sonrisa continuó:
-Hay quien dice que en la
entrevista, conchabado con los carceleros, dieron el cambiazo y el ahorcado fue
el Gobernador.