martes, 28 de agosto de 2012

Midnight letter



Cuando abrí los ojos todo estaba en orden a mi alrededor. El despertador marcaba una hora todavía temprana y del sol aún no había rastro. La puerta de mi cuarto, tan cerrada como cuando me acosté. Todo en orden, salvo que la luz estaba encendida, tenía un bolígrafo en la mano y un sobre encima de la almohada, casi rozando mi nariz.

“Léela cuando estés a solas”. A solas estaba, pero, somnoliento y desconfiado de la luz y del bolígrafo, tarde unos segundos en asumirlo. Inspeccioné las sábanas, miré bajo la cama y, finalmente, abrí la carta. Desdoblé el folio y me eché a leer:

¿Ya estás solo, verdad? Sé que esto te sonará extraño, pero lee atentamente y cree lo que digo, porque sólo tú puedes ayudarme, mas mis palabras son ahora mismo lo único que puedes tener de mí.

Aún faltan unas horas para el amanecer. Vístete, rápido. ¡Vístete, te digo! Necesito que salgas y corras al bosque. El sitio justo, no lo sé. Tú simplemente ve y ellos darán contigo.

Viajan en un grupo de doce, en sudarios y a pie, portando un ataúd. Llevan también una cruz y tratarán de entregártela ¡No la cojas! Sí, son la Santa Compaña, pero, respira. Respira. Si mantienes la calma estarás a salvo. Agacha la mirada, acércate al ataúd, empújalo, abre la tapa y echa a correr.

Saldré de la caja y te daré alcance.

Antes del amanecer estaremos de regreso y a salvo.

Tu alma.

martes, 21 de agosto de 2012

Ignorantes

Ciertas situaciones del día a día me resultan tan chocantes que las tengo que vomitar en algún lado para no morir de vergüenza ajena.

Situación:

Llega un cliente, pausado, tranquilo, de americana, poblada barba blanca y tez morena. Lo atienden educadamente y él, con la misma buena educación con la que entró, se va.

¿Normal? Sí, si no fuera por los comentarios posteriores de la oficina:

A: ¡Menos mal que lo atendiste tú! ¡qué miedo!

B: Sí, ya te ví, escondiéndote.

Metalsaurio: ¿Por qué tenías miedo?

A: ¿Tú viste qué pinta? ¡daba mal rollo! ¿a qué sí?

Metalsaurio: A mí me tenía buena pinta. ¿Qué le pasaba?

A: ¡Que tenía mala pinta! ¿A qué sí, C?

C: Sí, Metalsaurio, tenía mala pinta.

Metalsauio: ¿lo decís porque era oscuro? 

C: Pues sí.

A (de fondo): ¡era gitano!

Metalsaurio: tú también eres muy morena, podrías parecer gitana y no pasa nada.

A: no es lo mismo.


sábado, 18 de agosto de 2012

Tiempos re-modernos


“¿Se imagina que, aún pudiendo escribir, sólo le permitan leer? Yo no.”
Estas fueron las últimas palabras de Irving Intringulius en su primera comparencia pública. Las últimas palabras de una rueda de prensa con la que inauguraba una nueva era tecnológica, social y, ¿por qué no?, religiosa. 
A día de hoy tenemos claro lo que supuso aquel anuncio, pero por aquel entonces y pese al inicial bombo mediático, eran tan comunes los chascarrillos sobre el tema como lo habían sido en su día las chanzas sobre Darwin y la evolución. 
Total independencia, en el contexto en el que Intringulius lo usaba, tenía un carácter nuevo, con un ligero toque de terrorífico: movimiento, capacidad de análisis y decisión, adaptación, interacción con los semejantes y el entorno y, lo más increíble y más allá de la mera reacción a los estímulos, sentimientos. Si has vivido los últimos veinte años en la jungla, supongo que te encogerás de hombros y pensarás que eso precisamente es lo que significa la total independencia. También lo hubiese pensado yo antes de oírlo de la boca del Doctor Intringulius. Sin embargo, amigo, si te digo que Irving se refería a la posibilidad real de dotar de estas características a un robot, seguramente, te cambie la cara. 
“¿Se imagina que, aún pudiendo escribir, sólo le permitan leer? Yo no.” 
La pregunta a la que respondía con estas palabras era “¿Qué necesidad hay de avanzar en esa dirección?”. Está registrado en las hemerotecas, al igual que su respuesta. Sin embargo, en el monumento a su memoria está grabada una contestación diferente, más simple y reveladora: “Podemos hacerlo”. ¿Se falta a la verdad con este cambio? No lo creo. Simplemente se le saca brillo a una verdad y se concentran en una frase las explicaciones que posteriormente dio en varias entrevistas.
Hasta aquella primera rueda de prensa, disponíamos de robots, sí, y con su ayuda, al igual que con la ayuda de cualquier herramienta, nuestra vida se hacía más cómoda. Al principio eran poco más que instrumentos diseñados para cumplir una función concreta, pero con el tiempo, a medida ganaban en autonomía, ganaban también en funciones. Intringulius, al hacerlos totalmente independientes, les abrió la puerta a la consciencia y así, a saber que eran mucho más que números de serie y a darse de cuenta de las mayores capacidades de unos respecto a los otros.
Desde el punto de vista humano era un tema complejo, puesto que suponía crear vida o algo muy parecido a la vida, prácticamente de la nada, y el cómo abordar las relaciones con el mundo robot –hasta entonces incuestionablemente sometidos a nuestra voluntad- era un debate incómodo de sacar a flote. Desde el punto de vista religioso tampoco había un único criterio y unos les daban la categoría de criaturas de Dios y otros la categoría de herramientas, tan de Dios como un martillo.
El punto de vista robot –recordemos que también opinaban-, en un principio, se limitó a establecer distancias sociales entre unos y otros pero poco más tarde, se dieron cuenta de que diferencias aparte, todos eran esclavos y que los derechos y libertades humanas eran igualmente suyas, y que además estaban al alcance de sus manos por cuanto eran ellos los que controlaban, entre otras cosas, el poder militar.
Los consiguieron, claro.
Incluso desde mi mente de ecologista que ha peleado por los derechos de los animales, y por supuesto, convencido siempre de la necesaria igualdad de derechos entre humanos, me cuesta asimilar estos nuevos tiempos. A mis robots primitivos no les cuesta, más bien ni les va ni les viene, y me sirven con diligencia; en cambio, a los robots de afuera, esos que acechan mi hogar por retener a cautivos robots inconscientes, a esos no les cuesta sumarse al cambio…les resulta tan llevadero que hasta se permiten mantener con paciencia y risas –nuevos dones de su Dios Irving- un asedio a mi hogar, hasta que claudique y me entregue, o muera de hambre y frío.


viernes, 17 de agosto de 2012

El jardín cucudrúlico V


Miles de miopes telescopios apuntan hacia donde los científicos creen situar el jardín cucudrúlico, sin éxito: Los telescopios terrestres alcanzan hasta donde la frondosa vegetación dice basta, y, los telescopios espaciales, tropiezan ridículamente con su propio margen de error.

-Los humanos, sus geografías y sus aparatos…- murmura desde una roca el dragón azul que fuma en pipa y es feliz, al tiempo que menea la cabeza y expulsa una voluta de humo que forma en el aire las notas musicales con las que expresa el bicho- te están buscando, animalillo.

-Que busquen –dice el dinosaurio riendo. Sus pies a remojo en la charca cucudrúlica hacen ondas y las ondas acarician a los fieros cucudrulos, cucudrulas y cucudrules que flotan sin más ocupación que saber que la luna se refleja en sus plateadas panzas cuando nadan boca arriba.

Un leve bip, bip…parece tomar forma en una sala de investigación. Viene de más allá de lo físico y golpea a los sensores, despacio y tétricamente. Los científicos vuelven redireccionar sus telescopios sin saber muy bien hacia donde dirigirlos. Varios cazas militares cortan los cielos en busca del origen, con un seek & destroy como misión.

-El puto dinosaurio…anda suelto…otra vez…-comentó un piloto americano a otro ruso.

Y en el jardín, donde sólo se escucha lo que paz inspira y lo que la paz sugiere, el Metalsaurio siente, aburrido, cómo van y vienen los humanos con sus objetivos definidos pero absurdos y sus métodos torpes pero pomposos. Siente que el tiempo de esos pequeños simios no son más que las muescas con las que agobiados cuantifican lo vivido y que las muescas hechas o por hacer importan menos que el cuando mear o el cuando reir.

Miró el dinosaurio metálico al horizonte, más allá de la vegetación fluorescente, y descansó su mente en el mar. Sin tiempo. Tranquilo. Chasqueó los dedos y, allá en lo físico, saltaron las alarmas y varios perros aullaron. De Nagasaki a Tombuctú.

-El puto dinosaurio…anda suelto…otra vez…-comentó un piloto ruso a otro americano.



lunes, 6 de agosto de 2012

Shagga, the Stone Crow

"A Stone Crow's axe is always sharp, and Shagga's axes are shaperst of all. Once I cut off a man's head, but he did not know it unitl he tried to brush his hair. Then it fell off". (Shagga, the Stone Crow)
  
A Clash of Kings, George R..R. Martin


miércoles, 1 de agosto de 2012

M. Manson: Atonishing Panorama of the End Times

...Quería subir el Organ Grinder de Marilyn Manson, pero no he encontrado ninguno de buena calidad...va como suplente el Atonishing Panorama of the End Times, también del Reverendo MM (el señor Emanems), hecho de muñecos de plastilina, que siempre mola.