martes, 17 de septiembre de 2013

Las aventuras del príncipe desencantado (4ª parte)



Otro capítulo más de "Las aventuras del príncipe desencantado". Al igual que los anteriores, es independiente del resto de la "saga".


Un sapo gordo y húmedo, con aspecto de malhablado, se asomó de entre los juncos, y a la luz de la luna comenzó a croar. Al poco, la princesa Bernalda, recién prometida con un futuro rey rico y feo, llegó al jardín a llorar sus penas. Necesitaba aire. Y que la luna o las estrellas, la suave brisa o el croar de las ranas, le susurrasen cómo evitar el matrimonio con el príncipe Gundar.


Se lamentaba a la orilla de estanque, cuando Quintián, el sapo, brincó a su vestido. ¡Croac! Bernalda lo miró y, distraída, lo rascó entre los ojos. Incluso ella misma exclamó un croac desganado.


¡Croac! Insistió Quintián. La princesa tomó al batracio entre sus manos. Lo miró con cariño y lo acercó a su oído. Nada. El sapo no sabía cómo evitar la boda. Bernalda suspiró, y, antes de devolverlo al agua, agitó a Quintián como si fuese un puchero. Quizás el sapo sí tuviese una solución pero estuviese atascado. Volvió a menearlo y posó su oreja en la barriga de Quintián. Para su sorpresa, el sapo susurró algo y a continuación saltó a tierra.


Desde el suelo le hizo una seña para que se agachase.
 

-Princesa –dijo el sapo-, puedo salvarte si me besas. 


Bernalda miró a su alrededor, precavida. Pensaba la princesa que si cedía y resultaba ser un batracio mentiroso, no se libraría de la boda. Y cualquier delator la apodaría la princesa besa-sapos. Sin embargo, si el sapo decía la verdad, un beso era un pequeño precio por librarse de Gundar. Merecía la pena arriesgarse.


La princesa Bernalda se agachó y estiró los morros. Quintián se acercó con andares de sapo y de un salto aterrizó en los labios de Bernalda, que cayó hacia atrás, a la charca. Directa al fondo. A salvo de Gundar y a merced del sapo Quintián, amo del estanque.



4 comentarios:

Ángeles dijo...

Pobrecita Bernalda: o cae en manos del príncipe feo o en las ancas del sapo desconsiderado.
¿Es que no tiene alguna opción que no implique emparejarse necesariamente?

Ah, y me ha encantado la imagen de la princesa sacudiendo al sapo, por si se había quedado atascado, ja-ja.

Metalsaurio dijo...

La soltería hasta ahora la ha mantenido, aunque con finales un tanto accidentados, jeje!

Yo también me quedo con la parte de Bernalda agitando al sapo :)

Ángeles dijo...

Hola otra vez. Te dejo este mensaje aquí porque no puedo acceder al correo: te he nominado, junto con otros blogs, para un premio virtual. En la nueva entrada de mi blog puedes leer las explicaciones referentes a esto. Espero que te guste.
Un saludo (y borra este comentario si quieres).

Metalsaurio dijo...

Como te decía en tu blog: muchas gracias!

En lo que queda de semana responderé con una entrada apropiada al premio :D