domingo, 25 de diciembre de 2016

El jardín cucudrúlico VIII

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Un poco más allá de la laguna de los cucudrulos, cucudrulas y cucudrules está el lodazal de las letras. Entre los árboles, casi en la oscuridad, a salvo incluso de la vista de los fieros y carismáticos animales de la laguna. Su tamaño, como todo, es relativo, pero lo importante es que el metalsaurio cabe hasta cuando se tumba y gira sobre si mismo. Se ha embadurnado de letras al igual que un cerdo en el lodo y casi no se le distingue entre el denso abecedario.

Es un bulto entre las letras, unas letras con volumen.

¿Cuánto tiempo llevas ahí escondido, dinosaurio?

¿Que te ha hecho abrir esos ojillos luminosos que te delatan en la oscuridad?

En cuanto al tiempo agazapado, cualquier lector interesado lo podrá contar. En cuanto al motivo de hacerse ver…las mismas letras que lo mantienen entretenido y camuflado lo estremecieron el 7 de Noviembre de 2016. Le dieron un primer calambrazo para advertirle que Leonard Cohen había muerto. Y un segundo calambrazo para avisarle de que el humano que tantos libros le había regalado y que, por tanto, había conformado en buena parte su forma de ser, también había fallecido. Esas mismas letras que avisan y entretienen quieren su tributo...y exigen del Metalsaurio que las comande y organice en batallones y relatos para vengar las muertes de estos dos hombres.

Letras rabiosas, que claman venganza…sin pararse a pensar en el poco tiempo que el Metalsaurio pueda tener. Letras e historias contra la muerte y el tiempo.