Bajo las altas arcadas que rodeaban el ajardinado patio central, lento era el caminar del encapuchado monje que guiaba al turista parlanchín.
El monje iba en sandalias y con las manos a resguardo del frío en sus largas mangas. El turista, abrigado, miraba distraído las gotas de rocío sobre los rosales que rodeaban a la fuente.
Al llegar a la gran puerta de madera oscura, el monje echó mano de la llave que colgaba de la cuerda que le servía de cinturón. Abrió la puerta, y con un respetuoso movimiento de mano, le indicó al turista que entrase.
Entró. Era una estancia oscura, pero con la suficiente luz para dejar ver lo que guardaba en su interior. Un mono.
- Ecce Mono.
- Ooooooh.
domingo, 10 de febrero de 2008
La Llave del Monje (Monk Key)
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2 comentarios:
"Ecce Mono enamorado de la Lunaaaaaaaaa..."
"que abandona por la noche la manaaaaaa..."
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