Menguaba entonces lo que antes era grande, y crecía después lo que entonces era pequeño. La ciudad se había contagiado por completo y ya no sólo el hombre y el perro menguaciantes crecían y menguaban a intervalos regulares: los pájaros en sus nidos, los árboles del parque, gente menguaciente por doquier…hasta los microbios del aire eran meguaciantes; eso era lo más molesto: enormes y horribles bichos surgían de la nada, suscitaban una marea de gritos, y desaparecían segundos más tarde, reducidos a una miserable parte de su anterior tamaño natural.
El primigenio hombre menguaciente acariciaba la, en ese momento, minúscula cabeza de su perro, con preocupación mientras una cara se asomaba y miraba al interior del noveno piso en el que vivía. ¿Había sido el causante de este estropicio en la ciudad? No lo sabía, y los microbios e insectos, intermitentemente gigantes y minúsculos no le ayudaban a pensar.
Mientras le tocaba menguar a él, pero su cabeza se agigantaba, corrió hacia la cocina y saltó al interior de la primera botella de cristal que encontró. Su cabeza, un tapón en la boca del recipiente, tras ofrecer alguna resistencia, cedió como plastilina hasta encontrar un gigantesco encefalomorfismo capaz de adaptarse y compartir el espacio de cristal junto a su pequeño cuerpo. Y allí se quedaría hasta que la situación se arreglase. Cualquier hombre menguaciente hubiese hecho lo mismo, era lo más lógico; pero su perro no parecía entenderlo y, después de mirarlo embobado allí dentro, chuperreteó la botella, sluuuurp, sluuuuuurp.
El hombrecillo gritaba y gritaba, y su cuerpo crecía y crecía mientras su cabeza menguaba…y la botella reventó en una nube de trozos de cristal…
…Y el primigenio hombre menguaciente despertó, en la tranquila realidad en la que todo tenía su propio tamaño, excepto él y su perro.
Qué felicidad.
De este libro "Xiganano, ¿onde estás?" de Antón Cortizas saqué la idea del hombre menguaciente, aunque no tienen mucho que ver, ni lo mencionan en ningún sitio al "hombre menguaciente". Xiganano era gigantesco unos días y minúsculo, otros, y siempre contaba unas buenas historias. De pequeño, me encantaba. (el original está en gallego, no sé si lo han traducido al castellano)
3 comentarios:
Cuando era pequeño se me ocurrió una teoría según la cual todo, absolutamente todo, crecía si parar. Esto te lo digo sin coñas, es la verdad, tendría yo unos siete años y se me dio por pensar eso. Me decía a mí mismo que claro, podría ser o podría no ser, pero nunca lo sabríamos, ya que si todo crece, nuestros instrumentos de medida (todos los cuales en ese momento se reducían a mi regla verde del cole) están incluidos en ese todo, y si lo que mide 1 cm pasa a medir 1 m pero el centímetro de mi regla tambiés aumenta a un metro, no se podría distinguir... Durante varios años estuve pensándolo de cuando en cuando, hasta que llegué a la conclusión de que nada de eso tenía sentido, ya que, siendo el tamaño algo relativo, no se puede decir que algo crece si no hay algo de tamaño constante con que compararlo.
Para que veas lo listo que era de pequeño; luego con los años me fui echando a perder...
Bienvenida Lady Nerón, me alegro de que te haya gustado. :)
si quieres leer la primera parte de "menguaciente" sólo tienes que poner menguaciente en el buscador que hay en el blog en la parte de arriba a la izquierda.
(no suelo escribir cosas tan raras...)
Grilo infernal, me encanta tu teoría de que todo crecía; cuando la leí me eché a reir, pero ¿por qué no? podría ser, podría ser...:)
Yo menguo
Tú menguas
Él/Ella mengua
Nosotros menguamos
Vosotros menguáis
Ellos menguan
Me encanta menguar y ser menguado!!
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