miércoles, 9 de julio de 2008

Ser un nombre

Una lámpara y su desenfocada media luz sólo eran sólo la mitad del billete que necesitaba para viajar al corazón del remolino que se formaba en su cabeza, mientras, en la mini cadena, un cedé virgen giraba absurdamente rápido. El otro medio billete consistía en tumbarse en la cama -ojos entreabiertos; desnudo- y dejar que el aire que entraba por la ventana lo mantuviese asido, suave pero firme, a la realidad.

Rápidas, imparables…las vueltas del remolino succionaban la nada de humo octarino de su alrededor, y, con ella, arrastraban todo cuanto pensamiento consciente se acercase a la espiral onírica. Fue uno de éstos el que lo guió por el oscuro mundo del centro del tornado, donde velas perezosas con apenas luz y cortinas que descendían desde una altura inapreciable, parecían ser las únicas habitantes.

De entre las sombras –o quizá, de entre las cortinas- una mano apareció y le hizo señas para que se acercase.

Ven.

Una voz femenina y sugerente lo atrajo y no fue capaz de resistirse.

-…

-¿Mi nombre?...no lo recuerdo…no lo recuerdo...no sé...

-…

-…pues si no es mi nombre lo que quieres saber, no te entiendo.

-…

-soy…soy…tengo sueños, sentimientos, aficiones…

-…

-¿tampoco es eso?

-…

-…puede que tengas razón; puede que más que “ser”, simplemente “estoy”…

2 comentarios:

Mantis expiadora de los locos dijo...

Y dónde esta la diferencia?

Metalsaurio dijo...

La diferencia entre "ser" y "estar", al menos en esta pequeña historia, es que "ser" hace referencia a la idenficación plena con algo, a aquello que te hace diferente a los demás.

"Estar"...lo de siempre: es un estado, es transitorio y la única definición de tí que da, es temporal.

¿Eres o estás? (ooh, qué profundo :) )

En cualquier caso, gracias por haberte pasado por aquí.

Saludos, Mantis.