La casualidad lo invitó a la fiesta de disfraces, y él, gustoso, aceptó.
No tenía muchas opciones entre las que elegir un traje –de hecho, no tenía ninguna- por lo que pedirle a su hermano el disfraz de payaso con el que se ganaba el sueldo animando fiestas infantiles le pareció lo más acertado. Y así, irreconocible entre rombos de colores y nariz luminosa, se presentó en lo que distaba mucho de ser un salón veneciano repleto de elaboradas máscaras y buen gusto; al contrario, una legión de sanchos panza disfrazados de quijotes, le concedieron un respetuoso y exagerado saludo más propio del siglo XIX que de una fiesta del XXI. Tampoco sus conversaciones, en una forzada pose culta, lo invitaban a participar, y, de haberlo intentado, sus estridentes rombos de payaso se hubiesen convertido en estúpidos y gordos lunares.
Entre los destellos de su nariz, afiló la mirada y trató de identificar entre el exquisito rebaño a quien días atrás le había entregado la entrada; se volvió al sentir una mano cerrarse suavemente sobre su brazo, sorprendido, creyendo distinguir bajo la máscara el guiño de un ojo.
-¿Hola?
-Beeeeee.
No tenía muchas opciones entre las que elegir un traje –de hecho, no tenía ninguna- por lo que pedirle a su hermano el disfraz de payaso con el que se ganaba el sueldo animando fiestas infantiles le pareció lo más acertado. Y así, irreconocible entre rombos de colores y nariz luminosa, se presentó en lo que distaba mucho de ser un salón veneciano repleto de elaboradas máscaras y buen gusto; al contrario, una legión de sanchos panza disfrazados de quijotes, le concedieron un respetuoso y exagerado saludo más propio del siglo XIX que de una fiesta del XXI. Tampoco sus conversaciones, en una forzada pose culta, lo invitaban a participar, y, de haberlo intentado, sus estridentes rombos de payaso se hubiesen convertido en estúpidos y gordos lunares.
Entre los destellos de su nariz, afiló la mirada y trató de identificar entre el exquisito rebaño a quien días atrás le había entregado la entrada; se volvió al sentir una mano cerrarse suavemente sobre su brazo, sorprendido, creyendo distinguir bajo la máscara el guiño de un ojo.
-¿Hola?
-Beeeeee.
7 comentarios:
halloween se acerca... pero espero que no me inviten a una fiesta asi.
El texto en si me ha gustado, pero una vez más creo que me he perdido algo... (debe de ser que estoy bastante torpe).
Un saludo,
Pedro.
Generalmente me cuesta entender tus textos, pero el de hoy... nada, que no hay manera.
Cheers!
Lo que quiero decir es que hay determinados ambientes en los que no es difícil topar con gente que bajo pretendidas formas de "crem de la crem" son más normales de lo que les gustaría.
Y los rombos de un payaso (vestido para la ocasión) chirrían y se vuelven estúpidos lunares (los lunares son estúpidos) en esos ambientes :)
Quizá es un poco críptico, sí :)
No es nada criptico. Yo lo entiendo perfectamente y me gusta mucho. De hecho, creo que hasta sobra la explicacion que has dado, querido metalsaurio. Es preferible que la gente llegue a sus propias conclusiones para, en mi opinion, mantener vivo el texto. De todas formas, no hace falta entender todo como si fuera una operacion matematica. Si te mola, pues ya esta. Yo no entiendo miles de cosas que me encantan.
Siempre un placer verte por aquí, Chuzo :)
Tienes toda la razón.
Un abrazo.
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