De norte a sur y, con los brazos abiertos, de este a oeste, Rubén medía setenta centímetros, lo normal para quien todavía puede contar sus años con los dedos de sus manos, demasiado poco para alguien cuyo ego se elevaba como un zeppelín relleno de pelo rubio, ojos azules y helio.
No tenía miedo, eso repetía constantemente cuando se planteaban retos absurdos que nadie, por sensatez o temor, se atrevía a acometer. Esa fue la razón por la que, el día en que el psicólogo del colegio decidió jugar a ser investigador y estudiar las reacciones humanas a las sombras, se ofreció el primero de su clase.
-No tengo miedo.
Razones no tenía para temer a la oscuridad: se acostaba tan tarde como le dejaban -no más allá de las diez- y dormía con la luz apagada; ni el monstruo del armario ni el que duerme bajo la alfombra habían osado atacarle, razón más que suficiente para demostrar que los tenía acongojados; al menos, era ésto lo que le explicaba al psicólogo poco antes de ser encerrado en una iluminada habitación blanca a solas con su sombra.
Tampoco su sombra sentía miedo de él. Lo acompañaba allá adonde fuese, lo vigilaba en la noche e incluso antes de llegar a existir de verdad, antes de haber nacido, ya estaba junto a él y, en ningún momento sintió peligro. Ahora que estaban a solas, tampoco, y, sin embargo, el que parecía algo nervioso era Rubén, que inclinaba su cabeza para mirarla mientras pisaba el suelo con fuerza y le decía:
-No me asustas, no tengo miedo.
Miró a su alrededor y, repetidamente al techo, para asegurarse que la luz seguía en lo alto, protegiéndolo. Se acercó a una de las cuatro paredes hasta quedar a escasos centímetros del muro. Golpeó con los nudillos levemente en la pared, y, a cada golpecito la sombra correspondía desde el otro lado...así durante los dos primeros toquecitos; al tercero, la sombra, lo engulló.
No tenía miedo, eso repetía constantemente cuando se planteaban retos absurdos que nadie, por sensatez o temor, se atrevía a acometer. Esa fue la razón por la que, el día en que el psicólogo del colegio decidió jugar a ser investigador y estudiar las reacciones humanas a las sombras, se ofreció el primero de su clase.
-No tengo miedo.
Razones no tenía para temer a la oscuridad: se acostaba tan tarde como le dejaban -no más allá de las diez- y dormía con la luz apagada; ni el monstruo del armario ni el que duerme bajo la alfombra habían osado atacarle, razón más que suficiente para demostrar que los tenía acongojados; al menos, era ésto lo que le explicaba al psicólogo poco antes de ser encerrado en una iluminada habitación blanca a solas con su sombra.
Tampoco su sombra sentía miedo de él. Lo acompañaba allá adonde fuese, lo vigilaba en la noche e incluso antes de llegar a existir de verdad, antes de haber nacido, ya estaba junto a él y, en ningún momento sintió peligro. Ahora que estaban a solas, tampoco, y, sin embargo, el que parecía algo nervioso era Rubén, que inclinaba su cabeza para mirarla mientras pisaba el suelo con fuerza y le decía:
-No me asustas, no tengo miedo.
Miró a su alrededor y, repetidamente al techo, para asegurarse que la luz seguía en lo alto, protegiéndolo. Se acercó a una de las cuatro paredes hasta quedar a escasos centímetros del muro. Golpeó con los nudillos levemente en la pared, y, a cada golpecito la sombra correspondía desde el otro lado...así durante los dos primeros toquecitos; al tercero, la sombra, lo engulló.
4 comentarios:
¡Siempre desconfía de las sombras! Muy bueno, Metalsaurio.
Por otra parte, me gusta mucho este nuevo look de tu página.
Saludos.
Cuidadín con las sombras, si desconfías...prepárate o huye :) Me alegro de que te haya gustado.
A la plantilla del blog llevaba algún tiempo queriendo hacerle algún cambio. Creo que he acertado con el nuevo diseño, jeje!
Un saludo!
Hace mucho tiempo que no me dejaba pasar por aquí. Me agrada ver esta claridad en tu blog. El cambio de look, creo que favorece tus letras. Ahora voy un poco contrarreloj, pero prometo regresar con más tiempo y comentar como te mereces. Un abrazo.
Re-bienvenida entonces, Sechat. Como siempre se agradece tu visita. Me alegro de que te guste el cambio.
Parece que ya has vuelto de las vacaciones :)
Un saludo ( y gracias por el peloteo, jeje!)
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