domingo, 10 de abril de 2011

O caso Marabilla

La revista trimestral Atenea, editada por el Ateneo Ferrolano, proponía para su número 41, el correspondiente al segundo trimestre de 2011, la elaboración de un relato inspirado en "Para un museo imaxinario: cómo asasinar ás musas". Hace una semanas me puse manos a la obra y les envié O caso Marabilla, que ahora  junto a otros ve la luz en papel.

(Aparece primero la versión gallego, que es la que se publicará y, más abajo, la versión en castellano)

O CASO MARABILLA

Abondaron uns minutos co doutor Marabilla para que o brillante científico, cun símil agroplatónico, envorcase en palabras o que a súa mente albergaba sobre a condición humana. "Pequenos e insignificantes, como ravos en terra, apenas acadamos a tocar, e para iso, cos pelos, o que as musas nos ofrecen".

Era o de Marabilla un caso difícil para o Bufete Avo & Gado. O seu nome comezara a soar primeiro nos escuros currunchos da bienal armamentística, despois nas axencias nacionais de intelixencia e, finalmente, pouco antes de saltar á prensa, na central nuclear de Infernovile cando as súas alarmas vocearon que as reservas de uranio desapareceran.

Unha orde internacional de busca e captura perseguiuno ata dar con el e coa súa maquinaria nuns almacéns abandoados. Esposado levárono, e esposado deixárono na estanza entre reixas na que Avo, socio fundador do Bufete Avo & Gado, deu os primeiros pasos de cara a defender ao doutor. Na súa estratexia, acordaron culpar dos seus actos ás musas -instigadoras finais de toda idea- e nunca, nunca, mencionar os detalles da súa recén inventada máquina que, alimentada de uranio, viaxaba no tempo para ter lista a comida antes de comezar a cociñar.

EL CASO MARAVILLA

Bastaron unos minutos con el doctor Maravilla para que el brillante científico, con un símil agroplatónico, volcase en palabras lo que su mente albergaba sobre la condición humana. “Pequeños e insignificantes, como rábanos en tierra, apenas alcanzamos a tocar, y para eso, con los pelos, lo que las musas nos ofrecen”.

Era el de Maravilla un caso difícil para el Bufete Abo & Gado. Su nombre había comenzado a sonar primero en los oscuros corrillos de la bienal armamentística, después en las agencias nacionales de inteligencia y, finalmente, poco antes de saltar a la prensa, en la central nuclear de Infernovile cuando sus alarmas vocearon que las reservas de uranio habían desaparecido.

Una orden internacional de búsqueda y captura lo persiguió hasta dar con él y su maquinaria en unos almacenes abandonados. Esposado lo llevaron, y esposado lo dejaron en la estancia entre rejas en la que Abo, socio fundador del Bufete Abo & Gado, dio los primeros pasos de cara a defender al doctor. En su estrategia, acordaron culpar de sus actos a las musas –instigadoras finales de toda idea- y nunca, nunca, mencionar los detalles de su recién inventada máquina que, alimentada de uranio, viajaba en el tiempo para tener lista la comida antes de comenzar a cocinar.