Para indagar en los orígenes de
esta Muy Secreta y Antigua Orden hemos de remontarnos millones de años atrás,
justo hasta el momento en que los incipientes simios, apenas conscientes de su
yo, escrutaban un planeta todavía joven y rebosante de claves primigenias.
Cuentan los sabios que entre
estos homínidos de las cavernas había quienes dibujaban en las grutas sus
avatares diarios y quienes plasmaban y ocultaban el poco pero precioso saber
que el mundo les daba a conocer. Este último grupo, el de los inventores de la
rueda, es sobre el que debemos poner la lupa en tanto en cuanto es el germen de
la Orden.
Supongo yo, sin que mis fuentes
lo nieguen, que sus fundadores configuraban un grupo simiesco y más bien peludo
que con el tiempo fue afinando y recopilando más y más claves. A día de hoy, herméticos
como son y recelosos de los no iniciados, eluden mi propuesta de estudiar sus
libros secretos y sus obras. “A la vista están” responden.
Como nueva vía de investigación les
propongo desplegar un atlas histórico y recorrer juntos, página por página, los
principales monumentos y hechos. Y así, interpretando sus risitas cómplices
como afirmaciones y sus caras de aburrimiento o indiferencia como acto de
negación, llego a las siguientes conclusiones:
Podemos reconocer la huella de la Orden en las pirámides del
Egipto faraónico o en las del México azteca. También podríamos reconocer sus
claves y armonía en la arquitectura atlante y en cualquiera de las
desaparecidas siete maravillas. Intuyo que del Coliseo Romano y del Partenón heleno
también podrían hablarme largo y tendido. Sin embargo, se abstienen.
“Lo desaparecido, desparecido
está”. Y como dicen en la Orden ,
haciéndose los distraídos, “por algo será”, dejando así entrever que no
perdonan a los que se van de la lengua o los que hacen demasiado evidentes los
conocimientos que sólo unos pocos estaban destinados a conocer.
Finalizada la entrevista y con
una ligera sensación de irme con las manos vacías, me piden que espere. Como
muestra de buena voluntad, dicen, hacen pasar a un miembro de la Orden , bajito, fuerte, que
entra empujando una pesada esfera de piedra.
-“Procede con la demostración,
Hermano”.
Y el hermano bajito y fuerte, que
a su cinto lleva colgando un martillo, lo coge y comienza a pulir la bola,
dando forma a lo que los no iniciados ni siquiera concebimos, pero que da
nombre la arcana congregación: La Muy Secreta y Antigua Orden de los Cuadradores del Círculo.
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