Aunque a priori podría
pensarse que por ser una "tercera parte" es una continuación de las
anteriores (primera parte, segunda parte), no es así. Se repite el marco,
algunos de los personajes, e incluso el eje principal. Sin embargo, es una
historia diferente.
La princesa Bernalda, recién
prometida con un futuro rey rico y guapo, abandonó sus aposentos y se dirigió
al jardín a dar gracias al cielo por su suerte. La luna iluminaba la noche y
parecía sonreírle, felicitándola. Las estrellas, observó, entrelazadas aquí y
allá formaban el nombre del que sería su marido y rey: Gundar.
Bernalda, sentada a la orilla del
estanque, soñaba despierta y con los pies en el agua, cuando un rana pequeña y
de aspecto simpático, brincó a su vestido. ¡Croac! Exclamó la rana. ¡Croac!
Exclamó, alegre, Bernalda. Y cogiendo a la rana entre sus manos, antes de
devolverla al agua, la aproximó a sus labios y la besó.
Era tanta su alegría por la boda que pasó un buen rato danzando entre los árboles. El nuevo día y
los sirvientes la sorprendieron dormida en el jardín. Y todo fueron prisas:
asearla, vestirla, peinarla. Correr hacia la capilla del castillo, engancharse
al brazo de su padre, el rey y avanzar hasta el altar donde la esperaba el
guapo Gundar.
Marchaba la ceremonia según lo
previsto hasta que Gundar terminó de leer sus votos. Cuando Bernalda se
disponía a leer los suyos sólo pudo exclamar un triste croac. Mientras, en el
estanque, una rana recitaba poesía y cazaba insectos.
2 comentarios:
Vaya, que no hay manera. Que cuando no falla una cosa falla otra.
Pero seguro que todo tiene su porqué, así que espero que haya más entregas de este cuento de hadas lleno de encanto.
¡Jaja! Es que si fuera todo fácil no habría historia interesante que contar :)
Esperemos que haya más, sí, jeje!
Un saludo.
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