Con los ojos abiertos, en vela,
es pobre y sin solución. Al cerrarlos, lo sigue siendo, pero allá al fondo, al
final del túnel ve luz. Mantiene los ojos cerrados, sigue en cama, y avanza
hacia la luz. Empuja un vagón, suda, pero el esfuerzo merece la pena. La luz
está cerca y se refleja en el contenido del vagón. Es oro. No sabe si está
despierto o sueña, y sigue empujando. Sea como sea, necesita el oro y se
esfuerza.
Siente que lo siguen. Pasos que
se acercan, gritos próximos. Manos que lo señalan, lo acusan. Sigue empujando
el vagón. El oro, el oro, ¡cuánto te necesito! Empuja. El vagón se desliza por
raíles cada vez más fácilmente. Parece poner de su parte. El oro también brilla
y parece decirle “quiero ir contigo”.
Las voces se acercan. Siente
dedos que le rozan desde la espalda. Su nombre, su nombre. Lo gritan
constantemente.
Se despierta. El pijama está
empapado de sudor. Vaya sueño. Qué miedo pero qué cerca he estado. Y se da
vuelta en cama. Su novia duerme. La casa está a oscuras. Tiene los ojos
abiertos y se siente pobre, pero casi rico. Se enjuga una lágrima con la mano y
se da cuenta de que brilla. Refleja el resplandor del oro del vagón que ocupa
el ancho el pasillo.
Tiene los ojos abiertos y es
rico. Los cierra y lo sigue siendo.
2 comentarios:
Es maravilloso cuando los sueños se hacen realidad.
Aunque espero que los perseguidores no se hayan hecho realidad también...
No me resisto a dejarte esto, por si te apetece, pero no te sientas comprometido a leerlo, por favor, porque quizá sea un poco largo.
Los perseguidores quedan atrás...disueltos en la niebla del sueño. Final feliz :)
Leí tus 2 relatos el otro día, me paso ahora a comentarlos, jeje!
Un saludo.
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