domingo, 25 de noviembre de 2018

Hipnosis

Manolo acudió a una sesión de psicoanálisis porque necesitaba entenderse con el mundo y para eso antes necesitaba entenderse a sí mismo. La psicoanalista a la que acudió Manolo era una eminencia local afamada por recurrir a la hipnosis. Lucía, la psicoanalista era consciente que no siempre era estrictamente necesario hipnotizar al paciente, pero la hipnosis tiene un toque mágico que a los pacientes les encantaba al sentirse parte de la magia, y a ella, a Lucía la ayudaba a hacerse con una posición más sólida en el mercado.

Manolo se acomodó en un diván y tal como Lucía le solicitó siguió con su mirada el péndulo que la terapeuta hacía oscilar ante su rostro. Entró en un estado de ensoñación lentamente, arrullado por la voz tranquila de Lucía y por el oscilar del péndulo. Estaba entrando en hipnosis cuando se apercibió de que algo le pasaba a Lucía: había soltado el péndulo, se agarraba el corazón y emitía un suave quejido. Lucía estaba teniendo un ataque al corazón y Manolo estaba hipnotizado.

eManolo estaba sometido a la voluntad de un muerto, que nada tenía que decir. Lucía no emitía señales, Manolo, en su letargo tampoco recibía nada. Quizás, pensaba Manolo sin pensar, intuyendo sin intuir, dejarse estar solucionaría la situación, pero era el último cliente de un viernes a última hora y tardarían en encontrarlo.

De repente, un chispazo iluminó el inconsciente de Manolo. La chispa se convirtió en un túnel luminoso por el que caminaba una figura, a la que identificó como Lucía. La sombra de Lucía caminaba y hacía oscilar un péndulo metálico. El incorpóreo Manolo siguió a la figura de la terapeuta, en silencio, hasta desembocar en la luz y volver en sí. Justo en el momento en el que la policía entraba en la consulta y lo detenían por asesinato.

Manolo se entendió a sí mismo y al mundo durante su detención preventiva, pues tuvo mucho tiempo para pensar: el mundo es caprichoso y la mano amiga puede fallar. El caminar, con los ojos bien abiertos, y evitando magias salvadoras pues no existen. Al menos, estaba seguro de que no podría volver a resucitar.

2 comentarios:

Ángeles dijo...

Curiosa y drástica manera de alcanzar el entendimiento. Seguro que ahora Manolo lo tiene todo mucho más claro, sobre todo que no hay soluciones fáciles.

Metalsaurio dijo...

Esperemos que sí. Al menos no creo que vuelva a intentarlo a través de la hipnosis :)