miércoles, 18 de agosto de 2010

Interferencias: El balcón

Varios eran los balcones desde los que esa noche escapaba un fino hilo cargado de nicotina: el que manaba del balcón de Tomás estaba alimentado por los pensamientos de su propietario y, por ser muchos o pocos pero densos, prolongaban la vida de los siete centímetros de cigarro más allá de lo normal. A bocanadas, en lo alto, la luna parecía absorber humos y pensamientos de todos los cigarros nocturnos, “incluido el mío” pensó Tomás. Tras el filtro, las divagaciones de Tomás daban vueltas sobre el mismo tema: ni los malos no eran tan malos, ni los buenos tan buenos. Ni duros los héroes, ni justa su justicia.

Tomás arrojó su pitillo a la calle y con la nariz apuntando al suelo observó cómo la luciérnaga cilíndrica caía dejando una pequeña estela de testigo. Cayó. Y Tomás agarró algo y bajó las escaleras.

Sus pasos sonaron más pesados de lo habitual en los escalones de madera del edificio. Sus pasos sonaron más siniestros de lo habitual en las baldosas del portal. Los dientes de su motosierra sonrieron malignos a calles y comenzaron a reir.


3 comentarios:

Pugliesino dijo...

- Esta es la mia - Dijo Piotr observando desde el edificio contiguo.
Y bajó deprisa a la calle dispuesto a cruzarse en su camino :)

Fenomenal relato quillo!

Vergónides de Coock dijo...

Buen texto y por el nombre no daba ni un centavo, buen blog también. Suerte.

Metalsaurio dijo...

Carlos, a este paso tendré que hacer un nuevo capítulo de Piotr llamado Piotr el inmortal, jeje!

La verdad, es que los personajes de interferencias no se prestan tanto como Piotr a sentir simpatía por ellos (son, de hecho, sumamente despreciables). Termina hoy la serie: a la una se publica el último capítulo.

Basurero Usurero, bienvenido y gracias por la suerte. Como ves, hay detalles que se salvan de la quema en lo que a priori son basureros y, por lo que veo, algún indiana jones entre los barrenderos :)

Un saludo.