Es difícil esconderse en el desierto. Sin vegetación, sin apenas vida entre la que confundirse, pensar en un escondite pone a prueba nuestra imaginación.
Somos veintisiete a guarecernos. ¿Demasiados? No, suficientes.
Recurriremos a mimetizarnos con el paisaje y ser sigilosos. Como las serpientes en la arena. Si hubiera dunas, al otro lado de las dunas esperaríamos, pero esto es una planicie blanca así que vestiremos de blanco y avanzaremos a rastras. No nos verán hasta que les sea demasiado tarde.
¿Estamos cada cual con su grupo? Bien, bien. Todos atentos y en cuanto por en este inhóspito folio pase una idea… ¡nos abalanzamos sobre ella y la sepultamos entre nuestros cuerpos! Que ninguna idea quedará sin que le demos forma de palabra.
2 comentarios:
Es verdad que a veces ese desierto blanco impone un poco, pero el ejército de los veintisiete, es capaz de dar forma a las ideas que revolotean sobre él sin atreverse a posarse ;)
Una metáfora muy bonita y muy graciosa, sí señor.
Como el camino largo, cuantos más pasos das, más fácil resulta transitarlo :-)
Publicar un comentario