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La princesa Bernalda, recién comprometida
con la igualdad de oportunidades, convenció a la familia real para elegir a su
marido a través de un examen de oposición.
No una oposición tradicional, en la
que los méritos a valorar fueran la riqueza, posesiones y habilidades
militares, sino una oposición abierta, accesible a cualquier siervo y noble del
reino con conocimientos profundos de la realidad social y geográfica, habilidad
para el mando, algo de idiomas y buen corazón.
El aprobado se llamaba Manilán y
era barbero. Conocía el país de un extremo al otro ya que su profesión lo
obligaba a viajar, conocía a la gente y sus idiomas y allá adonde fuera era
querido por todos. Cumplía todos los requisitos y además sabía escribir y las
operaciones matemáticas básicas.
Casados Bernalda y Manilán, fueron
el comienzo de la monarquía por oposición. Más inclusiva que la anterior, más
abierta a la evolución. Tan abierta a la evolución que Bernalda dimitió como
reina para poder presentarse a las reales oposiciones para legitimar su posición
como funcionaria.
2 comentarios:
Qué original (y democrático): reyes por oposición.
A ver si así el pueblo está más contento, y sobre todo más esperanzado...
Sobre todo están esperanzados los que quedaron a pocos puntos en la oposición...que para la siguiente convocatoria cuentan con la plaza :)
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