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En la cabeza de la princesa Bernalda anidan las historias que cantan los juglares. Otras nacen en su real cabeza. Tiene en su habitación todo lo que necesita para moldear historias: pergamino, pluma, tinta. La imaginación siempre la acompaña y le basta con mirar a través de la ventana para empezar a escribir:
En la cabeza de la princesa Bernalda anidan las historias que cantan los juglares. Otras nacen en su real cabeza. Tiene en su habitación todo lo que necesita para moldear historias: pergamino, pluma, tinta. La imaginación siempre la acompaña y le basta con mirar a través de la ventana para empezar a escribir:
La
princesa Bernalda, recién prometida con un futuro rey rico y bondadoso, abandonó
sus aposentos y se dirigió al jardín irradiando amor. El sol, en lo alto, la
abrazaba y le auguraba un feliz matrimonio; bajo el cielo, la naturaleza en su
conjunto le susurraba su enhorabuena.
Bernalda
se acercó a la orilla del estanque. Unos pececillos nadaban quedamente. Un sapo
la miraba con felicidad. Bernalda removió el agua con la mano, provocando unas
tranquilas ondas. Desvanecidas las ondas, se formó la imagen de Gundar, su prometido,
que allá lejos, en su castillo, escribía apasionadamente sobre un pergamino:
“En la cabeza de la princesa Bernalda anidan
las historias que cantan los juglares. Otras nacen en su real cabeza. Tiene en
su habitación todo lo que necesita para moldear historias: pergamino, pluma,
tinta. La imaginación siempre la acompaña y le basta con mirar a través de la
ventana para empezar a escribir.”
2 comentarios:
Oh, qué bucle literario tan interesante, como un reflejo en el agua...
...cual dibujo que se contiene a sí mismo y avanza hacia una nueva dimensión! :)
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