miércoles, 24 de abril de 2013

Día del libro 2013 (Recomendaciones)



Este año sí he estado atento a la celebración del día del libro. Y menuda decepción. ¡Qué contraste entre la pompa oficial y la realidad de cuatro casetas en la calle tratando de vender algo! Quiero pensar que la razón de que esos pocos libreros se decidiesen a mostrar títulos de tirón comercial se debe a que atravesamos tiempos difíciles y apostar con libros “extraños” podría no resultar beneficioso.

Justamente el libro por el que preguntaba (ATL, de Manuel Lorenzo González) no lo tenían allí. Pero su precio me disuadió (sobre 20 euros) ya que tengo una buena lista de cosas que leer, ya compradas, y no está la cosa para comprar porque sí.

Mi particular homenaje que hoy hago al libro es una lista de lo que llevo leído en 2013, por si alguien está falto de ideas sobre lo qué leer:

Extramunde: de Xavier Queipo. Novela (en gallego) ganadora del Premio Xerais 2011 (por cierto, a día de ayer, resultaba más fácil adquirir una novela finalista del Premio Xerais 2011, que el Premio Xerais 2012) que narra la rebelión y posteriores aventuras de un grupo de presos a los que la Inquisición condena a ser abandonados en el Nuevo Mundo. Aconsejable para todo amante del gallego retorcido y de la novela de aventuras. A mi modo de ver, es una historia escrita sin una planificación previa y con un final un tanto forzado, pero que mantiene el interés en todo momento.

Ifgenia y otros cuentos: de Torrente Ballester. Relatos de temática variada entre los que, posiblemente, el de Ifgenia (ambientado en la guerra de Troya) no sea el mejor. Una prosa arrolladora, de las que despeinan, haciendo fácil lo difícil, y llena de historias y personajes carismáticos.

El crucero del Snark: de Jack London. Escrita a modo de diario a principios del siglo XX, cuenta cómo surgió y cómo se desarrolló la decisión de hacerse a la mar, sin conocimientos de navegación y con un barco, bonito pero achacoso, por el Pacífico, de isla en isla.

El tango de la Guardia Vieja: de Arturo Pérez Reverte. En un estilo más liviano del habitual, Don Arturo, relata las aventuras del personaje principal, bailarín y buscavidas, en su juventud y el principio de su vejez. Para mí, un reencuentro con Pérez Reverte tras vencer las reticencias que me habían surgido después de Cabo Trafalgar y El pintor de batallas.

Menudas historias de la Historia: de Nieves Concostrina. La excelente comunicadora de Radio Nacional hace acopio de anécdotas históricas sorprendentes, muchas de ellas divertidas, y siempre contadas con simpatía.




lunes, 22 de abril de 2013

¿Manual de estilo?



Comentaba Ángeles en la entrada anterior que “Dicen los que saben mucho de esto que un texto está terminado no cuando no hay más que añadir, sino cuando no hay más que quitar.” y es éste un asunto sobre el que llevaba un tiempo pensando y que merece reflexión antes de posicionarse.

Reconozco que hasta hace poco la cuestión de si existe un forma de escribir que prime sobre las demás, si existe una absoluta “mejor forma de escribir” era algo a lo que no le dedicaba atención. Como mucho, identificaba patrones (temas, personajes, estilos narrativos) en mis lecturas y extraía rápidas (y por tanto sin valor definitivo) conclusiones sobre los requisitos que debe reunir una obra para lograr el éxito, entendido éste en su faceta más extendida, es decir, como un gran número de ventas. 

En mi opinión, calidad y éxito de ventas no siempre van de la mano. Puede haber y hay, calidad sin éxito ventas, y éxito de ventas sin calidad. Creo también que deberían existir más parámetros que las ventas para medir el éxito de un texto o de cualquier expresión artística…pero es aquí, al buscar esos parámetros que definen la calidad, cuando nos metemos en un terreno pantanoso. 

¿Cuáles son esos criterios? ¿Quién los establece? ¿En qué medida son objetivos? ¿Es más válida la opinión de un crítico que la opinión propia?  

Para responder a estas preguntas el que quiera puede incluso remontarse hasta Platón y a sus “ideales”, reflexionar sobre la existencia y el valor de lo objetivo y de lo subjetivo, y habrá quien, como yo, después de un rápido a examen  (y por tanto, también, sin valor definitivo) crea estar en el punto de partida. Con preguntas, sin respuestas. Pero con un trabajo mental detrás que creo que enriquece por cuanto cuestiona objetividades y subjetividades. 

¿Existe una mejor y absoluta forma de escribir? 

Según la corriente literaria de la que uno participe (como autor o lector), así será su respuesta. Y esas respuestas serán distintas según se le formula la pregunta a un autor de siglos atrás (Cervantes) o a un escritor contemporáneo (Dan Brown). Serán distintas si se le pregunta a novelista que a un poeta, a un dramaturgo o a un guionista de cine. 

Pueden existir autores y movimientos artísticos (recordemos las “vanguardias” que teníamos que estudiar en el instituto) que establezcan criterios, válidos para sí mismos y que debemos tener en cuenta para contemplar sus obras, pero que difícilmente sientan unas bases definitivas y atemporales sobre las que toda obra deba ser juzgada. Posiblemente lo que para ese autor o corriente sea la máxima expresión de perfección y belleza, para otro autor o lector, esa obra sea una plaga en forma de letras. 

Con todo esto quiero decir, aunque sin certezas, que considero que un texto puede ser bueno o malo en función de los criterios que se utilicen para juzgarlo y que por tanto no existen formas de narración que sean absolutamente mejores que las demás. Posiblemente, la cuestión se reduzca a que cada cosa tiene su público (aunque ese público se limite al propio autor) y cada público tiene sus gustos.

  

martes, 9 de abril de 2013

¡Al asalto! (2)



Sigo enfocado a concursos. Si es que se puede llamar “seguir” a presentarse a uno y a continuación, participar en otro. Si nos ponemos puristas, para este segundo concurso todavía no he enviado mi relato, pero sin falta, lo haré esta semana, pues ya está escrito.

Me he sorprendido a mi mismo por la extensión del relato, ya que normalmente son historias cortas las que escribo, y esta vez, que pedían una historia corta…me he pasado en 174 palabras. Los pocos que lo han leído les ha gustado. Y espero que les guste tanto o más la “versión concurso” (sin las 174 palabras que sobrepasaban el límite). A mí, me gustan las dos versiones, pero el hecho de que haya podido “raspar” casi 200 palabras y mantener la historia inalterada me da que pensar…sin embargo, las conclusiones todavía no las he sacado.

En fin, durante este mismo de Abril publicarán el resultado. ¡Os mantendré informados!

martes, 26 de marzo de 2013

El ocaso de las Metal Operas



Posiblemente sea la Avantasia (Avalon + Fantasía) de Tobias Sammet la que inició un generó, las Metal Operas, al que muchas formaciones de músicos creadas para la ocasión quisieron apuntarse. Tiene su atractivo escuchar a un conglomerado de estrellas unidos en el mismo disco y más si ese disco lo llevan al directo, ya que da la ocasión de ver sobre el mismo escenario a un montón de artistas que de otra forma habría que ver por separado (con el consiguiente desembolso de pasta).

Tenía su atractivo también el hecho de que las composiciones fuesen especialmente cuidadas. Me refiero sobre todo a los dos primeros discos de Avantasia (Metal Opera Part I y Metal Opera Part II… ¡toma nombres!) que iban a ser los dos únicos discos de la banda (y ya van por el quinto o sexto, según cómo hagamos las cuentas). Ya el tercero, el Scarecrow (el tercero de Avantasia) daba señales bastantes preocupantes. Y el cuarto y el quinto…en fin, mejor ni hablar.

Curiosamente, cuanto más avanzamos en el tiempo peor es su calidad musical (¿tanta diferencia entre estas Metal Operas y el Pop?) y mejores las críticas que reciben. Supongo que una buena crítica es fácil de comprar y más cuando hay mucho músico importante de por medio, la inversión es grande, y el proyecto ha de dar el suficiente dinero para recuperar los costes.

El día 30 de este mes, lanzarán el sexto, el Mistery of Time y la canción que nos anticipan es un pésimo augurio.


Y bueno, el Señor Timo Tolkki, el ex-Stratovarius (y si mal no recuerdo, ex-Avantasio), que había prometido abandonar la música tras haber lanzado un discazo con Sympfonia (banda de genios, pero que se quedó en un solo disco tras una gira, a su modo de ver, desastrosa), sorprende ahora con Timo Tolkki Avalon: sí, otra metal opera (también, a juzgar por el vídeo de presentación, con una pesada carga de pop).


¿Cuál es peor?

miércoles, 27 de febrero de 2013

¡Al asalto!



Durante estas semanas de silencio bloguero la actividad literaria ha continuado. Entre bastidores, Metalsaurio machacaba letras en su yunque, moldeando hierro candente para formar palabras e historias y tomar por asalto algún concurso literario. En total suman 15 páginas, por lo que se convierte en la historia más larga que he escrito hasta ahora (sin contar los 10 capítulos de Far West Armaggeddon).

Ganar o no, es una decisión que está en otras manos. Pero sea cual sea el resultado, me siento orgulloso de verme capaz de escribir un relato bastante más largo de lo que acostumbro. Además, le he cogido gustillo, ¡jeje!

Seguiremos informando.


sábado, 16 de febrero de 2013

Estaciones de bus



Sucedió el mes pasado en una estación de buses:

Yo había puesto mi maleta sobre un banco para abrirla más cómodamente y así poder coger el libro que esos días ocupaba mis lecturas. El libro es de Xavier Queipo,  se llama Extramunde y con él ganó el Premio Xerais de Novela de 2011. En su portada, al menos en la edición que tengo, aparece un “montaje fotográfico” de unos mástiles. Al cerrar la maleta se me acercó un chico de unos veinticinco años, con la capucha puesta y voz dura y educada:

-Disculpe, ¿qué libro está leyendo?

-Se llama Extramunde.

-Extramunde…¿y eso qué significa?

-Es uno de los personajes. No sale mucho.

-No sale mucho…vaya…y eso de la portada ¿qué es?

-Pues…una especie de cruz…hecha con mástiles…

-¿Es un octógono, no?

-No me había fijado.

-Sí, mire: uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete y ocho. Un octógono.

-Pues sí. Hecho con mástiles.

-Sí, un montaje fotográfico.

-Bueno (ya impaciente, yéndome), si te gustan los libros de aventuras, te lo recomiendo.

-No me gustan los libros. Sólo las revistas de motos.

Y se fue.

Fue todo tan extraño, que revisé mis cosas por si me había robado algo. Pero no. Conservaba mis cosas.


martes, 5 de febrero de 2013

Out




Isaac Pietrov murió joven y sin que “Paulatina armonía” fuese puesta en escena. De hecho, hay quien cree que la enfermedad que lo empujó a la tumba tenía su origen en la honda pena que invadió al autor al comprobar que su obra era tan compleja y ambiciosa que ninguna compañía de teatro contaba con los arrestos necesarios para representarla.

En la última entrevista que se le conoce declaraba que “Una obra de teatro sólo vive y respira a bocanadas cuando la representan; de lo contrario, sus palabras no son más que señales oxidadas en una carretera sin transitar. Teatro es letra hecha carne, y sin carne es literatura muerta a la espera de la chispa vital. Letras zombies, palabras moribundas buscando un escenario.” La foto que acompañaba a sus palabras presentaba a un Isaac Pietrov de innegable tristeza en la mirada y con una sonrisa que parecía llegar de lejos, quizá recordando el haber sorprendido cual mago y apabullado cual titán con sus obras al mundo literario.

¿Por qué tan compleja? ¿Acaso era una obra imposible? Demasiados personajes orbitando entorno al personaje central, Julia, demasiados monólogos respaldados de coros y  compartiendo simultáneamente el escenario…y una trama, en apariencia sencilla cuando se lee en la contraportada del libro –La historia de una joven y ambiciosa artista que se abre paso en un mundo lleno de prejuicios y expectativas forzadas- pero con un desarrollo casi en torbellino a lo largo de sus más de quinientas páginas.

¿Imposible? Angelo Incredibile, director de teatro italiano y famoso por la grandiosidad de sus puestas en escena, no creía que fuese imposible. Incluso se planteaba representar “Paulatina armonía” sobre los escenarios, primero, y posteriormente llevarla al cine, dándole una vuelta más de tuerca y convirtiéndola en musical.

Consiguió el dinero, los actores y una fecha de estreno en el Gran Teatro Pietrov de Minsk. Contó además con Rita Nardi, actriz de moda, para el papel de Julia, congraciándose así definitivamente con la prensa cultural y la del corazón. Y todo marchaba bien en los ensayos y Angelo comentaba que el difunto Isaac Pietrov alababa en sueños su trabajo. Por su parte, Rita Nardi, de natural difícil y diva del momento, estaba encantada con su papel, leía “Paulatina armonía” en sus ratos libres y se sentía identificada, quién sabe porqué, con la luchadora Julia. Hasta le pareció un justo homenaje a su personaje el usar el propio “Paulatina armonía” en vez de “El pulpo atómico” (una referencia que Pietrov hacía a su primer éxito) en la escena en la que Julia, sentada en un sofá tomaba un libro y se echaba a leer.

Y Rita, sentada en el sofá, cogió “Paulatina armonía” y se echó a leer. Y Julia, desde el papel, apenas podía creer semejante ultraje.

Una vocecita, como de celulosa, le llamó la atención a una Rita desconcertada.

-¿Quién eres tú y por qué lees lo que no debes?

-Soy…soy Julia- respondió la señorita Nardi.

-¿Julia? ¡Julia soy yo! –sonó desde el libro al tiempo que una mano emergía de entre las hojas, cogía a la actriz por la pechera y la atraía hacía sí, al mundo de papel. Rita Nardi tardó en desaparecer lo mismo que Julia en hacerse real - ¿Julia, dices? Sucia impostora. ¡Julia soy yo! ¡Yo soy la protagonista!

Y Julia, miró el decorado, vio que era una burda imitación de su vida, y corrió a llorar a la tumba de su Dios, Isaac Pietrov.

jueves, 31 de enero de 2013

Metalsaurio 2013


Si la forma es tan importante como el fondo, y el fondo de por sí no tiene forma: ¿qué narrar?

A veces me desparramo en palabras sin aparente esfuerzo; otras, en cambio, apenas encuentro fuerzas para dar con ellas y moldear estructuras dignas de contener una historia.

Y aunque a 31 de Enero es un poco tarde para esto, aprovecho para felicitar el año a los pocos pero muy importantes lectores que visitáis este recodo de la inmensa red: ¡Feliz 2013!



lunes, 14 de enero de 2013

Dragones: Aitaim (5 de 5)



-¿Lo oyes?

En Clickville, pueblo de artesanos relojeros, sólo se escuchaba el sonido de lo cotidiano hasta que el silencio lo inundó todo. La gente, tratando de escuchar, dejaba de hablar, dejaba de hacer y miraba al cielo, algunos, incluso, con las manos levantadas, como implorando a su Dios cósmico.

Era mediodía, y el cielo, encapotado desde primera hora de la mañana, se volvió especialmente oscuro. Una enorme sombra negra volaba por encima de las nubes e impedía que la luz llegase al valle. Estaba claro, además, que no se trataba de un eclipse. Ni siquiera uno de tantos impredecibles eclipses draconianos, pues cuando tenían lugar, ocultaban el sol, pero las llamaradas de los dragones compensaban la luz solar y aumentaban en varios grados la temperatura del globo terrestre.  Ahora, en cambio, ni se notaban variaciones en la temperatura ni la poca luz que recibían tenía tintes de llama.

En cualquier caso, sí parecía un fenómeno ligado a uno de los cinco dragones primigenios, Creadores y Amos del Todo. Daba igual cual, a fin de cuentas, si un dragón que vuela en picado hacia tu pueblo le da por escupir fuego…ya puede llamarse a Ataxis o Texux, que el pueblo quedará reducido a cenizas.

De entre las nubes, en elegante maniobra aérea, surgió el dragón. Sobrevoló un par de veces el pueblo y se plantó, fijo cual helicóptero, sobre la catedral, sin tocarla y batiendo las alas en silencio, observando la quietud del anonadado pueblo relojero.

En Clickville, no sabían mucho de dragones. Si supiesen mucho de dragones, sabrían que un Tiranosaurio Rex no es lo mismo que un dragón primigenio, y que el dragón, a diferencia del dinosaurio, te ve, te muevas o no. Sin embargo, ellos permanecían en silencio y quietecitos.

-Debe de tratarse de Aitaim.

En Clickville, como ya hemos dicho, sabían mucho de relojes. Sabían mejor que nadie que el tic-tac del reloj es sólo eso, un tic-tac que apenas puede mirar a los ojos a la inmensidad del tiempo. Sabían que el tiempo, si es que existe, no tiene sonido. Como tampoco lo tiene el vuelo de Aitaim. Hasta ese mediodía dudaban de si Aitaim, Primer y Único Dragón del Tiempo, era leyenda o también realidad.

De Aitaim se contaba que se movía en el tiempo como pez en el agua, si es que el símil sigue siendo válido a pesar de la diferencia de tamaños. Iba y venía del pasado al presente, del presente al futuro y, ¿por qué no? aunque nadie lo podría corroborar, del pasado al futuro. Era pacífico como una vaca cuando estaba de buenas y flamígero como el que más cuando estaba de malas. Sin embargo, había algo que lo hacía especialmente terrible: su capacidad para traer consigo objetos y seres de otras épocas.

Es cosa de él, dicen, que en el último eclipse draconiano, se pudiese ver al difunto Kumbrenthor, volando junto a los demás, y ocultando el sol.


viernes, 11 de enero de 2013

Dragones: Texux (4 de 5)



Hay historias que en la voz de un abuelo suenan y convencen mejor que las que cuentan, cada vez menos, los ciegos que piden limosna y tocan el acordeón. Esta que narro a continuación es una de esas historias de abuelo, que remite a una noche de guerra con bombas cayendo no demasiado lejos de las trincheras que ocupaban y a un compañero que, como él, era militar de circunstancias, y le contó por primera vez la historia.

Lo recuerdo sentado en su sofá o sobre mi cama, contando la historia tantas noches como se lo pidiese y siempre con el mismo énfasis e ilusión:

Hace muchos, muchos años, en el claro corazón de un bosque que con sus ramas acariciaba las estrellas, un mono recogió dos palos y los frotó con saña, el uno contra el otro, hasta que de ellos surgió una estilizada columna de humo. Al poco tiempo, también saltaron unas chispas e instantes después, en cuanto  prendieron sobre la hierba seca y se hizo la llama, el mono miró al fuego –el primer fuego provocado- y se encontró cara a cara con el rostro del Texux I, Primer Dragón de Fuego, Padre de Dragones. Fue entonces, dicen, cuando del susto, el mono evolucionó en hombre.

Comprenderéis que con cuentos como el de mi abuelo, me resultaba más fácil pasar la noche en vela, soñando despierto con Texux que pasar la noche dormido a riesgo de perderme el vuelo del dragón ante mi ventana, si es que algún día se dignaba a pasar. 

Mis padres pronto se preocuparon por verme adormilado durante el día y despierto cuando debía dormir, así que, con el tiempo, las historias de mi abuelo sobre Texux quedaron limitadas a las noches del fin de semana. Sin embargo, con ellas, aprendí a ver entre las llamas cotidianas -mecheros, cigarrillos, chispazos- a toda la prole del gran dragón flamígero. Los veo también arrasar bosques cuando se enrabietan y también ayudar con la cocina si están de buenas.

Quizá os preguntéis si alguna noche, desde mi ventana, he conseguido ver a Texux I, uno de los cinco dragones primigenios, Creadores y Amos del Todo. La respuesta es no. Sí lo he visto, en cambio, en mi visita al volcán de Creptor. En cuanto me alejé de la excursión y me asomé a la boca del volcán, allá al fondo, le vi. Me habló, incluso, en esa particular forma que tienen los dragones de dirigirse a uno. “Me caes simpático, chaval” dijo telepáticamente. Le pedí a gritos – no domino la telepatía- que lo quería ver, inmenso como es, en el cielo, volando. Respondió con una llamarada al aire y con un “Hoy no toca”.