Mi nombre es Nathan y soy hijo de la multitud. Tengo 16 años. Pertenezco a una familia de nivel medio y en opinión de la gente normal, soy tan normal como ellos. No entienden que, a pesar de mi edad, me doy cuenta de la mediocridad que me rodea, de la insignificancia de los problemas comunes bajo los que sucumbe la multitud. Complicaciones que, siendo los humanos pequeñitos como somos, son más pequeñas que nosotros mismos. Las estrellas, de descomunal tamaño, parecen minúsculas desde
Esta noche salí a demostrarlo. A matar a alguien; a algún monigote sin otra meta en su vida más que existir, que estar. Probablemente su familia y amigos lo pasarían mal una temporada; la humanidad, ni lo notaría.
En el puerto encontré a dos idiotas. Uno, entre cartones y basura, el otro igual, pero con algo menos basura con la que abrigarse. Un pequeño fuego ardía a pocos metros. Me acerqué. El menos sucio se levantó y trató, en vano, de adecentar su ropa.
Le apunté a la cabeza y le anuncié que su hora había llegado. En lugar de asustarse y mearse encima, sólo acertó a preguntar “¿qué?”. Borracho, no me había entendido. Su sonrisa boba, acorde con su ser, dejaba bien claro que si alguien sobraba en el mundo, ese era él. Y sin embargo, no le maté. Volví sobre mis pasos, pistola en mano, rabia en el corazón. Ni su muerte tendría la solemnidad que yo anhelaba, ni los periódicos le darían relevancia alguna; además, puede que esos dos mierdas sepan mejor que nadie que son más pequeñitos que las estrellas.
Franky, joder, casi nos matan…
…Ñg…
Eres sabio, tío, eres sabio.
3 comentarios:
Me ha gustado mucho.
Efectivamente, Franky es un tipo sabio. Yo no habría expresado mejor.
Un abrazo y Feliz Ano nuevo, man
Javi
A mi también. Good job, man...
Gracias :)
El ano espero tenerlo feliz, sí, jeje!
Feliz Año (y ano) a tí tambien, hombre!
Un abrazo.
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