Manolo acudió a una sesión de
psicoanálisis porque necesitaba entenderse con el mundo y para eso antes
necesitaba entenderse a sí mismo. La psicoanalista a la que acudió Manolo era
una eminencia local afamada por recurrir a la hipnosis. Lucía, la psicoanalista
era consciente que no siempre era estrictamente necesario hipnotizar al
paciente, pero la hipnosis tiene un toque mágico que a los pacientes les
encantaba al sentirse parte de la magia, y a ella, a Lucía la ayudaba a hacerse
con una posición más sólida en el mercado.
Manolo se acomodó en un diván y
tal como Lucía le solicitó siguió con su mirada el péndulo que la terapeuta
hacía oscilar ante su rostro. Entró en un estado de ensoñación lentamente,
arrullado por la voz tranquila de Lucía y por el oscilar del péndulo. Estaba
entrando en hipnosis cuando se apercibió de que algo le pasaba a Lucía: había
soltado el péndulo, se agarraba el corazón y emitía un suave quejido. Lucía estaba
teniendo un ataque al corazón y Manolo estaba hipnotizado.
eManolo estaba sometido a la
voluntad de un muerto, que nada tenía que decir. Lucía no emitía señales, Manolo,
en su letargo tampoco recibía nada. Quizás, pensaba Manolo sin pensar,
intuyendo sin intuir, dejarse estar solucionaría la situación, pero era el
último cliente de un viernes a última hora y tardarían en encontrarlo.
De repente, un chispazo iluminó
el inconsciente de Manolo. La chispa se convirtió en un túnel luminoso por el
que caminaba una figura, a la que identificó como Lucía. La sombra de Lucía caminaba
y hacía oscilar un péndulo metálico. El incorpóreo Manolo siguió a la figura de
la terapeuta, en silencio, hasta desembocar en la luz y volver en sí. Justo en
el momento en el que la policía entraba en la consulta y lo detenían por
asesinato.
Manolo se entendió a sí mismo y
al mundo durante su detención preventiva, pues tuvo mucho tiempo para pensar:
el mundo es caprichoso y la mano amiga puede fallar. El caminar, con los ojos
bien abiertos, y evitando magias salvadoras pues no existen. Al menos, estaba
seguro de que no podría volver a resucitar.