lunes, 27 de agosto de 2007

El Coronel Flato y Furciella

Finalizada la Guerra Fría, la embajada americana en Ulam Bator (Mongolia) se vio obligada a prescindir de buena parte de sus espías en suelo mongol. En su mayoría, retornaron a EE.UU. Sólo unos pocos, permanecieron en Mongolia…

La tranquilidad de la zona llevó al relajamiento de las costumbres; el aburrimiento aumentó y algunos de los agentes se dieron al alcoholismo. Especialmente preocupante era el caso de uno de ellos, al que a diario tenían que ir a buscar por las calles batoríes para encontrárselo durmiendo la mona en cualquier descampado o montón de basura. Con el tiempo dejaron de preocuparse por su suerte y no volvieron a buscarlo nunca más.

Desde entonces, y una vez rescatado de entre una montaña de basura por la superheroína local, Furciella, vive por y para servir a la población de Ulam Bator. Debido a su hedor corporal y a que no recuerda su nombre, le fue dado el nombre de Coronel Flato, y junto a Furciella combate el crimen.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Conocí al Coronel Flato en una de mis expediciones por Mongolia. Era un tipo extraño, sin duda. Cada tres minutos se tiraba un pedo y su aliento olía a pescado putrefacto. Sin embargo, me acostumbré a ese hedor apestoso. Era tal el amor que sentía por Furciella que con tal de estar a su lado era capaz de aguantar incluso al más puerco entre los hombres. Pero de tanto hacer la guardia con el Coronel Flato, a Furciella también se le quedó impregnado su aroma, y el día que por fin me tumbé en su cuerpo acabé vomitando sobre su cara en el momento de eyectar...
Esta vida es una guarra.